Libros

‘La transmisión de la fe’


Un libro de Bruno Forte (Sal Terrae) La recensión es de Alfonso Novo

La transmisión de la fe, Bruno Forte (Sal Terrae)

Título: La transmisión de la fe

Autor: Bruno Forte

Editorial: Sal Terrae

Ciudad: Santander, 2015

Páginas: 248

ALFONSO NOVO | “Transmitir la fe, especialmente a las nuevas generaciones, resulta hoy un desafío bastante difícil”. Con estas palabras se introduce un libro en el que Bruno Forte, teólogo y obispo, pretende afrontar esa dificultad, no con la organización de un proyecto elaborado, sino con una recopilación de conferencias, artículos y cartas pastorales que, desde distintos ángulos y con tonos variados –atendiendo la diversidad de contextos y destinatarios–, tocan el tema enunciado en el título.

Los escritos recogidos en estas páginas son de los años 2012 y 2013, cuando estaba en curso, o a punto de celebrarse, el Año de la Fe. A dar unidad a un conjunto de procedencia tan dispar contribuye el que en el título de todos los capítulos, menos el primero y el último, aparezca la palabra “fe”, aunque para ello en alguna ocasión se haya modificado el título que el trabajo original tenía en su primer uso.

En una obra así son inevitables las repeticiones y los cambios de registro. No se usa el mismo estilo en una carta pastoral, en una reunión del clero o en un artículo académico. Con todo, esa misma heterogeneidad permite dar cabida a temas aparentemente circunstanciales, pero que enriquecen el conjunto, como el papel de la belleza y de la música en la transmisión de la fe, o la sonrisa de Dios, que nos recuerda que la verdad envuelve con misericordia.

Buscando organizar el conjunto, el autor ha dividido la obra en ocho partes, que trazan un recorrido a lo largo de veinte capítulos. El primero señala el origen de la fe en el encuentro con el Resucitado. Pero la revelación no es solo desvelamiento; es, al mismo tiempo, ocultación. Es esta una idea cara al autor, pues volverá a aparecer en otros capítulos. A continuación, se presenta la Iglesia como kénosis del Espíritu Santo. La Iglesia, en su doble misión ad intra y ad extra, manifiesta a la vez su apostolicidad y su catolicidad.

Esta Iglesia, sujeto de la transmisión de la fe, es comunión y comunidad profética que, en el diálogo y la misión, educa evangelizando. El cuarto capítulo explica las etapas del itinerario evangelizador siguiendo el relato de la adoración de los Magos. La transmisión de la fe tiene como objeto la recepción por parte del destinatario, quien, a su vez, como cristiano adulto, se vuelve también evangelizador.

La siguiente parte del libro (La fe profesada) agrupa tres capítulos que tocan argumentos variados. El primero es la Palabra de Dios y su acogida en la Iglesia, casa de la Palabra, y en la fe. A continuación, en el que quizá sea el más académico de los ensayos del libro, se analiza el concepto de verdad y su aplicabilidad a la fe. Se comparan, bajo la inspiración de Walter Kasper, los modelos de verdad de Hegel y de Schelling con la concepción cristológica. Concluye esta sección con una breve reflexión sobre la razón de ser del símbolo de la fe.

Eucaristía y Templo

Una dimensión esencial de la fe es la celebración. Ello justifica la inclusión de dos reflexiones sobre la Eucaristía y sobre el Templo. La primera vista, sobre todo, como fuente del compromiso de renovación social, cultural y ético. El segundo, como signo de la fidelidad y la presencia de Dios en medio de su pueblo.

La sección siguiente se titula La fe vivida. Después de un primer análisis, donde se considera al hombre “custodio” de la creación, del otro y de Dios, a la vez que custodiado por Él, se examinan, en respectivos capítulos, distintos ámbitos o grupos de transmisión y recepción de la fe: la familia, la mujer y los jóvenes.

La fe está abierta al diálogo con el no creyente. Pero, para abordarlo con seriedad, hay que partir de la premisa que dentro del creyente también habita un ateo. La fe es lucha en la que se encuentran el éxodo de la criatura y el adviento de la Palabra. El creyente es un ateo que se esfuerza cada día por comenzar a creer. Creyente y no creyente podrán encontrarse en la experiencia de la presencia/ausencia que caracteriza al amor.

El camino del creyente es el de la vida teologal. Fe, esperanza y caridad nacen de la participación en la vida del Dios trinitario, hecha posible por el don de lo alto. Mas la vida aparece en conflicto con la muerte. Aceptar el desafío de la muerte significa comenzar a pensar. Solo se supera la perspectiva de la nada si se entiende la existencia como vocación.

Concluye el libro con un apéndice sobre la encíclica Lumen fidei y la exhortación apostólica Evangelii gaudium. Para que se produzca la conversión pastoral a la que apela el papa Francisco, es necesario que la Iglesia se mantenga fiel a Dios y fiel a la gente.

En el nº 2.975 de Vida Nueva

Actualizado
05/02/2016 | 00:27
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