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La tierra y la cruz. Vivir con los niños el año litúrgico


Un libro de Antonio González Paz (PPC, 2010). La recensión es de Jesús E. García Rivas.

La tierra y la cruz. Vivir con los niños el año litúrgico

Autor: Antonio González Paz

Editorial: PPC

Ciudad: Madrid

Páginas: 272

JESÚS E. GARCÍA RIVAS | Hace unos años, un anciano sacerdote me decía que la mejor catequesis para niños y adultos era la celebración del año litúrgico, y enseñaba a los catequistas a explicar la misa, de cada domingo y fiestas mayores, con sus lecturas y oraciones. Creo que era un buen catequeta, a la vez que un buen liturgista, porque había aprendido de los Santos Padres que la enseñanza debe estar unida a la celebración y a la vida cristiana.

Esta misma “filosofía” la encontramos en el Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos, que dedica el capítulo V al Ritual de la Iniciación de los niños en edad escolar, en donde vemos que, dentro del proceso catequético, existen una serie de celebraciones, formando con ellas una unidad.

No obstante, el libro que presentamos, de la colección Pastoral Aplicada, no es un catecismo ni un ritual, pero puede ser un buen complemento al Catecismo oficial de la Conferencia Episcopal Española Jesús es el Señor (2008), cuyos objetivos, siguiendo el Directorio para la Catequesis (1997), son: conocer, celebrar, vivir y orar; y al Misal Romano, al presentar a los niños cada domingo y principales fiestas del año litúrgico.

Antonio González Paz nos indica que “las páginas de este libro pretenden ayudar al educador, al catequista, al padre de familia a enseñar a los niños a rezar partiendo de la vida… y a descubrir en los entresijos de la existencia la presencia real y misteriosa del Señor de la historia”. Y añade que “la función del que preside la oración… es centrar la atención de los participantes para que sean capaces de encontrarse con Dios en los avatares de su existencia concreta”. Algo importante de este libro es, como dice el autor, que sus propuestas sobre el año litúrgico ya “han sido experimentadas en hogares, colegios y parroquias”.

La obra comienza indicándonos “cómo utilizar este libro”.

Los capítulos: Adviento, Navidad, Cuaresma-Pascua, Tiempo Ordinario y un último dedicado a las vacaciones, iluminados por una viñeta infantil, están precedidos de unas reflexiones destinadas a los padres o educadores para que ellos mismos vivan y enseñen a los niños ese tiempo del ciclo litúrgico, aportando algunas notas “catequéticas que puedan facilitar la educación en la fe de los pequeños”.

Cada domingo o fiesta consta de los diversos apartados:

  • Previos. Aquí se indican los materiales necesarios para la oración de ese día. El autor también sugiere cómo acondicionar el lugar de la oración, que debería ser siempre el mismo, ya que pedagógicamente el lugar, su belleza, haría intuir a los niños que empieza un tiempo especial, en donde lo más importante es el encuentro con Jesús.
  • Motivación. Nos indica el autor que es “un paso fundamental que en ningún caso debe omitirse”, y sugiere para su inicio un momento de silencio o de escucha de música relajante (mejor sería ambas cosas a la vez), “para centrarse en lo que se va a vivir”. También nos dice que el presidente (padre, catequista…), que es quien dirige la oración, debe preparar bien esta parte: no leyéndola, sino inspirándose en el texto.
  • Diálogo preliminar. Como preámbulo y para motivar la oración, se puede comenzar con un diálogo. El libro propone como ayuda algunas preguntas y respuestas.
  • Contemplación. “A veces se inicia la oración con la contemplación de un cuadro o de un objeto determinado”, que ayudará a los niños a captar nuevas realidades en lo observado y poder transcenderlas.
  • Palabra de Dios. “La oración está articulada en torno a la Palabra de Dios”. El autor explica los criterios para la elección de los textos bíblicos, centrándose en el Leccionario IX, el utilizado para las “misas con niños”. También indica cómo debe ser proclamada la Palabra de Dios.
  • Comentario bíblico en familia o en grupo/presidente. Después de unos instantes de silencio, se debe hacer un comentario a la Palabra proclamada que suscite un diálogo entre los participantes. Se nos indica que esto ayudará a la comprensión del texto. Y el libro ofrece, en algunas ocasiones, unas preguntas orientativas, y en otras, un guión.
  • Oración compartida. Como consecuencia de la “escucha”, debe brotar la oración compartida. Dado que “los niños se sienten inclinados a la oración de súplica –indica el autor–, es importante abrirles a otras formas de oración: de alabanza, acción de gracias, bendición…”. El libro propone para cada “celebración” unas plegarias que deben decirse en voz alta por el presidente y, después, se harían las oraciones espontáneas.
  • Signo. “La oración culmina con un signo” que “debe ir educando a los niños en el lenguaje simbólico” e “irles abriendo así al mundo sacramental”.
  • Conclusión. La oración comunitaria finaliza con una oración de todos en voz alta. Puede ser el Padrenuestro o el Avemaría. También el libro propone otras oraciones vocales, que siempre se deben decir en voz alta.
  • Algunas sugerencias para esta semana/día. La oración debe llevarnos a la vida. Aunque el libro propone unos compromisos concretos para el día o la semana, se sugiere, adaptándose a la edad o a las circunstancias de los niños, otros posibles compromisos.

El autor también nos indica que lo más importante es “acompañar a los niños en el camino de la oración y ayudarles a vivir el año litúrgico”.

Es indudable el valor de los materiales que nos aporta este buen libro, que, como decía más arriba, se entronca con la tradición de la Iglesia, redescubierta en el Concilio Vaticano II y materializada en el Ritual de la Iniciación Cristiana y en los catecismos actuales, en los que la lex credendi, la lex orandi y la lex vivendi forman una unidad dentro de la vida cristiana.

En el nº 2.752 de Vida Nueva.

Actualizado
05/05/2011 | 19:03
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