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La práctica de la dirección espiritual


Una obra de William A. Barry y William J. Connolly (Sal Terrae, 2011). La recensión es de Jesús Sastre García.

La práctica de la dirección espiritual, William A. Barry y William J. Connolly, Sal Terrae

La práctica de la dirección espiritual

Autores: William A. Barry y William J. Connolly

Editorial: Sal Terrae, 2011

Ciudad: Santander

Páginas: 280

JESÚS SASTRE GARCÍA | La primera edición, en inglés, es de 1982; en 2009, fue revisada y ampliada, y ha sido traducida al castellano en 2011. Sexta traducción a otros tantos idiomas de una obra referencial en los programas de formación. Sus autores, jesuitas, son dos de los seis fundadores del Center for Religious Development (Cambridge, 1971). En el prólogo a la edición revisada, ambos constatan el creciente interés por la dirección espiritual entre católicos, judíos, musulmanes y creyentes de otras religiones. Contribuir al desarrollo de esa espiritualidad en nuestro mundo es lo que pretenden con su libro.

A primera vista, la expresión “dirección espiritual” nos llama la atención y nos hace pensar en modelos de relación de ayuda ya superados; por lo mismo, ya en las primeras páginas, se clarifican los términos en relación a otras formulaciones como counseling, acompañamiento espiritual y diálogo pastoral.

El término “dirección” se refiere al hecho de que la persona se dirige a una meta y quiere compartir con alguien sus experiencias mientras camina; “espiritual” indica que lo fundamental está en el interior, en lo que pasa por dentro de la persona, en el corazón.

La meta de la dirección espiritual está en facilitar el encuentro (diálogo) de la persona con Dios, para que, libremente, tome las decisiones a las que se siente llamado por Aquel que nos ha amado primero, y que sale a nuestro encuentro.

Desde el principio, William A. Barry y William J. Connolly dejan muy claro que la dirección espiritual de la que ellos hablan ayuda a cultivar la relación personal con Dios. Esta afirmación, de base ignaciana, constituye el hilo conductor que se retoma en cada capítulo para desarrollar sus contenidos: “Introducción a la dirección espiritual” (1ª parte), “El cultivo de la relación entre la persona dirigida y Dios” (2ª parte) y “Aspectos de la relación entre el director y el dirigido” (3ª parte).

El texto pretende “ayudar a los directores espirituales a desarrollar con la mayor competencia posible la responsabilidad que les han asignado los tiempos en que vivimos y la llamada que han recibido” (p. 267).

Fruto de la experiencia

Lo que se cuenta en estas páginas es fruto del trabajo de un equipo y de las aportaciones de las personas que han participado en los talleres animados por los autores. Estamos ante un escrito nacido de la experiencia y orientado a mejorar y extender esta experiencia; en consecuencia, a medida que avanzamos en la lectura, encontramos ejemplos reales, diálogos y consideraciones para ilustrar y clarificar lo que se expone.

También dejan muy claro el único requisito para poner en práctica esta modalidad de dirección espiritual: que la persona acompañada tenga experiencias afectivas de Dios y las comparta con el director. Esto se puede traducir en dos preguntas básicas: “¿Quién es Dios para mí?” y “¿quién soy yo para Dios?”. Como vemos, la dimensión religiosa de la experiencia humana es lo que se comparte y lo que permite avanzar en la relación personal con Dios.

El fundamento de esta propuesta reside en la comprensión ignaciana de que Dios “puede y quiere ser encontrado en el diálogo” que es la oración y que compartir con el director esta experiencia ayuda a adentrarse en los caminos del Espíritu. Por lo mismo, la conversación entre el dirigido y el director versa sobre el diálogo entre el cre-yente y Dios.

Para expresar toda la riqueza del diálogo con Dios, la terminología psicológica y teológica, aunque ayuda, no es la más adecuada; necesitamos categorías dialógicas, espirituales y concretas. Aprender a orar con los sentimientos que aparecen en la contemplación de Jesús en los relatos evangélicos y dejarse “alcanzar” por su manera de ser, sentir y actuar constituyen lo nuclear del camino espiritual.

La misión del director consiste en ayudar a la persona a percibir y compartir con Dios los hechos principales de su vida interior. Esta tarea no es fácil, por eso el director necesita de criterios que permitan evaluar la dimensión religiosa de la experiencia (cap. VII).

El estilo literario del libro prima lo narrativo y lo descriptivo; así, la exposición de los contenidos es más pedagógica y práctica. La lectura reposada del libro, dirigido principalmente a aquellos que tengan experiencia en el tema, consigue lo que los autores pretenden: ayudar al lector a adentrarse en la práctica de la dirección espiritual y contrastar su experiencia con la que aparece en el propio texto. Las principales dudas o preguntas que se puedan suscitar en los lectores son las que han trabajado los autores, una y otra vez, en los talleres para directores. En la conclusión del libro hacen referencia a estas cuestiones.

También en las páginas finales abordan tres conclusiones del estudio realizado: la necesidad de reducir la separación entre teología y experiencia religiosa, evitar que la vivencia religiosa de los profesionales de la religión sea la única referencia de la pastoral y la relación entre la dirección espiritual y el compromiso social.

En esta línea, cabría añadir que la carencia de la dirección espiritual en la práctica pastoral de nuestras comunidades debería urgirnos a leer libros como este; al tiempo, los pastoralistas tendrían que hacer un esfuerzo para introducir en la praxis pastoral con jóvenes y adultos la perso-nalización como método en la transmisión de la fe.

La pastoral daría un salto cualitativo si tuviera como hilo conductor el facilitar al creyente el encuentro personal con Dios y el acompañamiento de las diferentes etapas de esta relación. Algunas de las propuestas sobre “Nueva Evangelización para la transmisión de la fe” que aparecen en los Lineamenta del próximo Sínodo van en esta dirección.

En el nº 2.796 de Vida Nueva.

Actualizado
12/04/2012 | 19:10
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