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‘La gracia y la comunión’


Una obra de Gonzalo Tejerina Arias (Secretariado Trinitario). La recensión es de Vicente Vide Rodríguez

La gracia y la comunión. Ensayo de eclesiología fundamental, Gonzalo Tejerina Arias

Título: La gracia y la comunión. Ensayo de eclesiología fundamental

Autor: Gonzalo Tejerina Arias

Editorial: Secretariado Trinitario

Ciudad: Salamanca, 2015

Páginas: 629

VICENTE VIDE RODRÍGUEZ | Hoy la Iglesia se ha convertido para muchos en el principal obstáculo para la fe. En ella solo puede verse la lucha por el poder humano, el mezquino teatro de quienes con sus observaciones quieren absolutizar el cristianismo oficial y paralizar el verdadero espíritu del cristianismo”. Estas proféticas palabras del entonces profesor J. Ratzinger, citadas por el autor de la obra presente (p. 89), sitúan el marco de este ensayo.

Esta obra del profesor Gonzalo Tejerina constituye un estudio valioso, riguroso y actualizado de la fundamentación de la fe eclesial. Decía el cardenal Kasper que el tema de la eclesialidad de la fe evoca con frecuencia el paternalismo dogmático y la tutela del magisterio, y, sin embargo, un cristianismo sin Iglesia sería una utopía y una perspectiva de exaltados. Hoy en día, quizás más que en otras épocas, es fundamental la cuestión de la credibilidad de la Iglesia.

Antaño se daba por descontada la justificación de la Iglesia, pero, en estos tiempos actuales de increencia y de pluralidad religiosa, la Iglesia tiene que fundamentar su misión y razón de ser como sacramento, signo e instrumento de Jesucristo, para que el mundo crea que Dios envió a su Hijo no para condenar al mundo, sino para salvarlo. Por eso es necesario presentar la credibilidad de la Iglesia desde una Iglesia facilitadora de la fe. En este ámbito se sitúa el presente ensayo de Gonzalo Tejerina.

El autor lo considera modestamente como un ensayo, pero constituye un amplio tratado, profundo y riguroso, sobre los grandes temas de los manuales de Eclesiología. Además, se articula desde el no a una Iglesia autorreferencial, que viene reclamando el papa Francisco desde el inicio de su pontificado, y desde el sí a una Iglesia facilitadora de la fe y de la comunicación de la gracia. Ya desde el inicio de la obra, el autor nos advierte del riesgo del paneclesiologismo, así como de los extremos del espiritualismo y del sociologismo a la hora de fundamentar la naturaleza y esencia de la Iglesia. La perspectiva que él adopta es la de la fundamentación de la Iglesia, caracterizada esencialmente desde la gracia y la comunión.

En efecto, fundamentar la eclesialidad del acto de fe constituye una tarea teológica primigenia y prioritaria en nuestros días. La pregunta clave hoy es por qué seguir siendo cristiano en la Iglesia y cómo articular la creencia y la pertenencia eclesial. ¿Cómo presentar hoy en día a la Iglesia como signo de credibilidad cuando asistimos no a una admirable propagación, sino a una masiva deserción de la Iglesia, a pecados y delitos horrendos cometidos por algunos obispos, sacerdotes y consagrados al Señor, a una pérdida de fecundidad en las comunidades cristianas y a divisiones eclesiales internas, tal y como constataba y denunciaba el papa Benedicto XVI con imágenes como la de los jabalíes que devastan la viña del Señor?

El profesor Tejerina responde presentando una reforma de la Iglesia, para que esta sea más orante y contemplativa, creadora de una liturgia acogedora, hogar de fraternidad, donde cada creyente desarrolle su carisma en comunión con los demás, siendo signo gratuito de paz y reconciliación entre las personas, con especial cariño hacia los pobres de la tierra.

Bienvenidos sean ensayos como este que, al igual que otros –como los de los profesores Salvador Pié i Ninot y José Luis Cabria–, presentan la fe eclesial como la condición objetiva que posibilita la viabilidad de la experiencia comunitaria del Dios de Jesucristo en el horizonte de creciente indiferencia religiosa.

Una fe liberadora

Este texto se sitúa, por tanto, bajo el propósito general de mostrar la verdad y efectividad liberadora de la fe cristiana, para abrir desde ahí una reflexión sobre el ser de la Iglesia, que muestre su credibilidad como mediadora de una gracia que proviene de Cristo. En efecto, el poder de convicción que tenga el cristianismo se testimonia, se observa, se acredita y se vive en la Iglesia.

Esta obra se estructura en cuatro partes. En la primera, nos encontramos con una reflexión teológico-fundamental para mostrar la natural reformabilidad de la Iglesia en el actual contexto de secularización. La segunda parte presenta todo un tratado sobre la gracia y la comunión, donde el autor caracteriza a la Iglesia desde la economía de la gracia, siguiendo a su maestro san Agustín, y desde las categorías de la comunión y de la sacramentalidad.

En la parte tercera, aplica estas categorías al interior de la Iglesia; y, en la cuarta parte, trata de la proyección hacia fuera de la comunión eclesial. La lógica de lo gratuito, la ontología del don y la cultura de la gratuidad articulan diez grandes temas de eclesiología que el lector verá tratados en este ensayo: comunión en la pluralidad (el “ecumenismo intracatólico”, que suele ser el más difícil); promoción afectiva y efectiva del laicado; reconocimiento de la mujer; democracia y participación; Iglesia local y universal; colegialidad episcopal, presencia pública de la Iglesia; paradoja del testimonio cristiano; laicidad y secularismo; Iglesia de los pobres y para los pobres.

Tratándose de un ensayo, quizás resulte demasiado extenso e intenso. La segunda parte podría haberse reducido, ya que lo que ahí se expone es sobradamente conocido. También hay bastantes párrafos repetitivos, y el estilo, a veces, resulta poco fluido y poco sistemático. Pero también hay muchas páginas brillantes y vibrantes. Estamos, ciertamente, ante una obra imprescindible de Eclesiología Fundamental. Esperemos que la lectura y difusión de libros como este contribuyan a una Iglesia en salida; una Iglesia que será más creíble cuando aparezca como servidora, humilde, sencilla y aliada de los más pobres y desvalidos de la tierra.

En el nº 2.955 de Vida Nueva

Actualizado
11/09/2015 | 00:30
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