Libros

‘La filosofía como sábado’


Un libro de Miguel García-Baró (PPC) La recensión es de Diego Tolsada

La filosofía como sábado, un libro de Miguel García-Baró, PPC

Título: La filosofía como sábado

Autor: Miguel García-Baró

Editorial: PPC

Ciudad: Madrid, 2016

Páginas: 178

DIEGO TOLSADA | En la última Feria del Libro de Madrid, Cornelia Funke, autora de literatura infantil, manifestaba que los libros deben ser chocolate y no medicina. Incluso si nos referimos solamente a los niños, como ella hacía, es muy matizable la afirmación. No digamos si la ampliamos al mundo de los adultos. Todos, evidentemente con medida y de modo adecuado, tenemos que saber mezclar en la lectura el chocolate y la medicina, porque la vida es así y necesita de las dos cosas para disfrutar y sanar, según los casos. Pobre del niño (y también del adulto) que piense que su vida solo va a ser chocolate, porque la realidad se encargará tarde o temprano de desengañarlo.

Esto viene muy a cuento de esta obra de Miguel García-Baró. El filósofo español nos ofrece una serie de artículos bajo el sugerente título de La filosofía como sábado. Ese último día de la creación no ha terminado nunca para Dios, su paz y su descanso permanecen abiertos, dice el autor en la primera página, sobre el ser humano y el mundo. Y el ser humano está llamado a reflejar ese descanso de Dios en su vida, marcando con el sello de la eternidad el tiempo del mundo. La búsqueda de la verdad es el inicio de “ese movimiento de elevación, de distancia, de libertad y de paz”, que todos necesitamos de un modo u otro. Todo esto, nada menos, es el propósito confesado y condensado en la primera página del pórtico de la obra (p. 7).

Una de las muchas cosas que hay que agradecerle es que supone un grito para no olvidar las grandes palabras que han de elevar a categorías elementos muy fundamentales de nuestra cultura. Hay que tener mucho valor para seguir hablando de la necesidad de la filosofía primera, del amor, del absoluto, de la muerte, de la verdad… e intentar, a la vez, que esas palabras permanezcan siendo “sensatas”, llenas de sentido para nosotros, como lo fueron para gente del pasado. Lo cual obliga a un esfuerzo de recreación y de repensamiento de las mismas… Palabras que no pueden ser olvidadas y que nos siguen invitando a fundamentar en ellas conscientemente nuestras vidas.

Nombres ilustres

A través de estas páginas y de estas palabras, el autor nos recuerda grandes nombres de nuestra tradición filosófica, con una línea muy definida, que va desde Platón, pasando por san Agustín y Descartes, hasta llegar a Husserl, lo que hace destacar la línea más idealista de nuestra tradición occidental. Pero es patente también la atención que Miguel García-Baró presta a la filosofía judía del siglo pasado, especialmente a F. Rosenzweig y, sobre todo, a E. Lévinas.

Es aquí donde he sentido de modo más vivo qué oportuno es saber y poder mezclar el chocolate y la medicina, a partir de la lectura de los dos artículos –a mi modo de ver– más sugerentes de la obra. El chocolate, servido a través de la lectura renovada y tranquila del Banquete de Platón, que sitúa al lector en una atmósfera de contemplación intelectual llena de paz y serenidad, siguiendo, de la delicada pero precisa mano de García-Baró, el desarrollo del discurso sobre el amor. Y la medicina, a través del comentario a un artículo contra la barbarie, a partir del joven Lévinas, en que la exigencia absoluta del rostro del otro nos sitúa ante un rearme ético incondicional, que nos obliga –entre otras cosas– a distinguir claramente entre lo sagrado y lo santo, y que por eso mismo rechaza las componendas (es muy dura y argumentada la denuncia que ya Lévinas hace en esta obra de juventud de la filosofía, tan exitosa por entonces, de Heidegger, filosofía cargada de comodidad burguesa teñida de cristianismo).

Por eso, estas páginas pueden prestar un buen servicio al lector que se atreva con ellas. Un libro que es actual, con la actualidad que tiene lo eterno, que no es simplemente lo de siempre, un modo de larguísima duración, sino un modo de ser y de vivir de la persona que se abre a la trascendencia. Ante una cultura como esta en la que estamos inmersos, tan marcada por el relativismo, el utilitarismo y el pragmatismo más ramplón, perdidos en tecnicismos y puras tácticas, como comprobamos en la vida diaria pública, bien viene, por lejanas que parezcan, descansar en estas palabras de la sabiduría de siempre, para luego poder otear mundos posibles mejores.

García-Baró reconoce que hay que pagar un precio para acercarse a todo esto. Quiere animar a “penetrar con valentía… en nuestra riquísima tradición espiritual, sin dejarse intimidar por obstáculos fingidos (terminología complicada, abstracción extraordinaria, necesidad de erudición enorme para entender algo)” (p. 10). A pesar de su pretensión de minimizar el obstáculo, el lector debe contar con que ese obstáculo es real, muy real.

Publicado en el nº 3.002 de Vida Nueva. Ver sumario

Actualizado
09/09/2016 | 00:10
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