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La fe, encuentro y envío


Una obra de Atilano Alaiz (Perpetuo Socorro, 2012). La recensión es de Francisco Armenteros Montiel

La fe, encuentro y envío, Atilano Alaiz, Perpetuo Socorro

La fe, encuentro y envío

Autor: Atilano Alaiz

Editorial: Perpetuo Socorro, 2012

Ciudad: Madrid

Páginas: 287

FRANCISCO ARMENTEROS MONTIEL | Atilano Alaiz, sacerdote claretiano, es conocido por su numerosa obra escrita fruto de un largo recorrido pastoral en varios países. Un derroche de citas del Magisterio (Vaticano II y de Pablo VI a Benedicto XVI) y de decenas de autores convierten el libro en una enciclopedia en su campo; abundan, es lógico, las referencias a san Antonio María Claret y “los teólogos claretianos”.

La idea de “encuentro y envío” –encontrarse con Cristo y anunciarlo– la repite con muchas imágenes: “cirio” que da fuego a otros, y no “linterna”; “oyente” y “elocuente”; “recibir” y “compartir”; el “evangelizado”, “evangeliza”; etc.; ejemplos prácticos para quienes quieran ayudar a otros a ser misioneros.

Insiste en los medios: primacía de la gracia, orar antes de hablar, formación, testimonio (coherencia, cristianos cabales), acción del Espíritu Santo, “María, la primera discípula”. Señala los peligros: individualismo, subjetivismo, “piratería espiritual”, clericalismo… En lo positivo: sentido eclesial, apostolado asociado, y que “la salvación no es una aventura individual, sino comunitaria”, aspecto al que, desde el principio, dedica amplio espacio.

Algo recurrente en el autor; basta recordar su libro De extraños a hermanos. La comunidad cristiana. De ahí la importancia de las comunidades cristianas para la difusión del cristianismo, sin olvidar la responsabilidad personal de los seglares –en su ambiente, en su vida, en el trabajo–, fundada en la consagración bautismal y en el sacerdocio real (1 Pe 2, 5-10).

La misión, la evangelización –“provocar en el evangelizado la respuesta indefectible al amor del Padre”–, no es algo optativo, cuestión de espontáneos, sino “obligatorio”. Interesante aclaración del ya tópico “testigo creíble”: “Es llevar una vida tal que resulte inexplicable sin Dios” (cardenal Suhard).

No olvida Alaiz las dificultades, y recuerda que los profetas fueron enviados a un “pueblo terco y de dura cerviz”, y que san Pablo y sus colaboradores acudieron a los “bajos fondos”. Tampoco ignora el consejo de Claret: “Enamoraos de Jesucristo y haréis más que yo”.

“Que los nuestros tengan ciencia y modo de proponerla” (san Ignacio de Loyola): con la doctrina, con el ejemplo, con la lengua, con la pluma, con los mail. Para facilitar la reflexión, intercala abundantes cuestionarios. En suma, un libro oportuno para el Año de la fe y la nueva evangelización.

En el nº 2.813 de Vida Nueva.

Actualizado
31/08/2012 | 08:30
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