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La carne de la Escritura


El autor Jaime Vázquez Allegue presenta de manera magistral, inteligible y periodística todo lo esencial sobre un tema tan complejo como los extraordinarios hallazgos de Qumrán.

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Título: Qué se sabe de… Los manuscritos del Mar Muerto

Autor: Jaime Vázquez Allegue

Editorial: Verbo Divino, 2014

Ciudad: Madrid

Páginas: 282

XABIER PIKAZA | Esta obra forma parte de una prestigiosa colección dirigida por Carlos Gil Arbiol, y escrita por autores españoles, con monografías sobre temas de la Biblia y de su entorno. Han aparecido hasta ahora ocho volúmenes y quedan pendientes muchos que ofrecerán, Dios mediante, un panorama general sobre cuestiones centrales de la Biblia que influyen en la vida y cultura de Occidente. No son obras de especialidad, solo para expertos, pero tampoco de pura divulgación, sino libros de expertos que conocen y presentan de primera mano los problemas.

No podía faltar en la colección una obra sobre los manuscritos de Qumrán (del Mar Muerto) por lo que han significado y significan para el estudio científico del judaísmo del entorno de Jesús y para responder a las maniobras de quienes especulan sobre posibles secretos esenios, condenando presuntas manipulaciones del Vaticano. Sobre Qumrán se ha tejido una negra leyenda; por eso es tan necesario ofrecer una visión clara y científica del tema, como hace este libro.

Que yo sepa, solo otros dos españoles podrían haber escrito una obra así: Florentino García, de la Universidad de Lovaina, editor de los textos de Qumrán; y Julio Trebolle, de la Complutense, experto en temas de literatura judía. Pero el encargado ha sido Jaime Vázquez, también especialista, que ha sido profesor de la Pontificia de Salamanca, autor de una tesis pionera sobre El prólogo de la Regla de la Comunidad de Qumrán (Salamanca, 2000).

Vázquez es también doctor en Comunicación y actualmente alterna el estudio de Qumrán con la docencia en el Departamento de Periodismo del CESAG (Palma de Mallorca, Universidad Pontificia Comillas). Una referencia al periodismo importante para entender su obra, que implica no solo un conocimiento del judaísmo parabíblico, sino maestría para sistematizar y “decir” con claridad lo que sabe en un campo tan complejo, como muestran las tres partes del libro:

1. La primera expone la historia del descubrimiento de los textos (cf. pp. 15-64), tema digno de novela, con las peripecias de los descubridores (1946-1948) y las investigaciones posteriores, mezclando elementos arqueológicos y políticos, literarios y detectivescos. No hay que inventar intriga, pues de intriga cultural, económica y política fueron aquellos sucesos del descubrimiento, confiscación, robo y compra-venta de algunos manuscritos.

Vázquez ha sabido recrear y contar esa historia, ateniéndose a los hechos, sin crear fantasías partidistas. Así, cuenta cómo, tras años de regateos y tardanzas por temas políticos (entre Israel y los estados árabes vecinos) y celos de investigadores, al fin pudieron publicarse todos los textos hallados de Qumrán; sin que la Iglesia católica quisiera ocultar nada, sino todo lo contrario, pues fueron algunos profesores de la Escuela Bíblica de los dominicos de Jerusalén los que más contribuyeron al conocimiento y publicación imparcial de los manuscritos.

2. La segunda parte presenta uno por uno los textos de Qumrán (pp. 65-201), de modo esquemático y completo, con precisión de investigador, pasión de interesado y claridad de periodista. Vázquez enseña así todo lo que hay (prescindiendo de algunas sopas de letras indescifrables y dispersas por la erosión del tiempo), distinguiendo tres tipos de textos:

  • Los bíblicos ofrecen los testimonios más antiguos de todos los libros originales de la Biblia. El más conocido es el “rollo de Isaías”, expuesto en el centro del gran Museo del Libro de Jerusalén, pero hay otros muchos que nos permiten conocer mejor la “letra” de la Biblia, tan unitaria y variada.
  • Los parabíblicos son de dos tipos: apócrifos, no recibidos en la Biblia, pero fundamentales para conocer el judaísmo, como los Jubileos y las cuatro partes del “pentateuco” de Henoc; y exegéticos, con paráfrasis, aplicaciones y comentarios de textos bíblicos, desde la perspectiva de los “esenios” de Qumrán.
  • Los extrabíblicos pueden dividirse en legales, escatológicos, poéticos, litúrgicos y astronómicos, algunos tan fascinantes como La regla de la Comunidad, El rollo del templo o El documento de Damasco. Documentos que permiten penetrar, de primera mano, en el gran thinking pot del judaísmo de los siglos anteriores a Jesús.

3. La tercera parte expone cuestiones abiertas en el debate actual (pp. 203-266), de historia y teología, de cultura y política socio-religiosa, sobre los orígenes de Qumrán, con su dualismo teológico y su visión del mundo; cuestiones sobre Dios y el calendario, la vida de comunidad y la esperanza de resurrección…

Son temas fascinantes, que Vázquez presenta de manera magistral, inteligible, concisa, periodística, diciendo lo esencial, sin perderse en lo marginal, exponiendo los grandes consensos y sus propias opiniones, pero dejando otras veces los temas abiertos, cuando no hay respuesta a los problemas de fondo. Esta es para mí –quizá por prejuicio teológico– la parte más importante, y merece ser desarrollada, aunque este no haya sido el lugar más adecuado, en un libro de información básica sobre el qué se sabe de Qumrán.

Quedan, pues, temas abiertos, muy reales, muy actuales, mucho más misteriosos que aquellos que siguen dando materia para novelas de intriga qumramita. La vida real de los manuscritos y de sus autores es más fascinante que todas las ficciones.

Lo que intriga de verdad son aquellos hombres de Qumrán, escindidos de la ortodoxia del templo de Jerusalén, quizás excesivos en sus planteamientos, pero portadores de un extraordinario compromiso vital que quedó escondido en los rollos de unas cuevas durante casi diecinueve siglos (del 80 al 1946).

De ellos ha tratado Vázquez, de ellos seguirá tratando, sin duda, en nuevos libros que, fundándose en lo antiguo, iluminan poderosamente nuestra tarea actual de caminantes.

En el nº 2.901 de Vida Nueva

Actualizado
04/07/2014 | 07:00
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