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Karl Rahner, el buscador de Dios


Oyente de la palabra. Fundamentos para una filosofía de la religión (Herder) e Introducción a Karl Rahner (Mensajero) son recensionadas de manera conjunta por Josep M. Rovira Belloso

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Oyente de la palabra. Fundamentos para una filosofía de la religión

Autor: Karl Rahner

Editorial: Herder. Reimpresión de la edición de 1967

Ciudad: Barcelona, 2009

Páginas: 254

Introducción a Karl Rahner

Autor: Karen Kilby

Editorial: Mensajero

Ciudad: Bilbao, 2009

Páginas: 128

(Josep M. Rovira Belloso) El libro Oyente de la palabra es ya un auténtico clásico del siglo XX. Su comienzo es como para desanimar a cualquiera de los lectores y lectoras posmodernos. A cada cuestión previa le sigue otra. Karl Rahner afronta una tarea ardua: desarrollar una teología fundamental distinta de la que aparecía en los manuales de su juventud. El jesuita alemán pensaba que esa teología fundamental pre-determinaba el contenido de la teología desde sus premisas filosóficas. Por eso, él busca un nuevo concepto de teología fundamental que garantice la intrínseca autonomía de la teología (p. 36).

Para Rahner, la teología fundamental es metafísica: es el análisis metafísico del hombre abierto a Dios. Una metafísica que se eleva hasta el dintel de la teología, para señalar a Dios como el “Desconocido libre”. Esto de cara a Dios. De cara al hombre, esta metafísica, que también puede llamarse “filosofía de la religión”, comprende al hombre como un ser histórico: un sujeto que lleva en sí mismo la huella (y la llamada) de Dios, y por eso es un sujeto trascendental, que debe “prestar oído a una eventual palabra de revelación de ese Dios libre y desconocido” (p. 29).

Así se dibuja la naturaleza espiritual del hombre. El hombre es espíritu: Espíritu en el mundo, dirá el título de la otra gran obra filosófica de Rahner, que acompañará a Oyente de la palabra. Oyente, porque es espíritu en la historia, capaz de escuchar y amar la palabra de Dios expresada en palabras humanas.

Rahner está dibujando –son palabras suyas– al hombre como potencia obediencial de Dios: como aquel ser que, sin ser Dios, puede ser elevado hasta Él, y ésa será su plenitud. Así como en el hombre hay una potencia obediencial que le permitirá recibir la “gracia” de Dios, entendida como amistad con Él, así también el hombre es una fuerza a quien Dios levanta hasta su misma Bondad… suponiendo que Él quiere gratuitamente llamarlo y elevarlo.

Éste es el tema de los dos primeros –densos– capítulos. Pero en descargo de la oscuridad rahneriana debe decirse que, gracias a sus múltiples precisiones y divagaciones, puede Rahner garantizar la correcta relación entre conocimiento humano y revelación, como lo intenta la “filosofía de la religión”: filosofía cristiana porque remite al ser de Dios. Aquí Rahner enlaza con la gran tradición: Agustín es el primero en decir que el hombre es “capaz de ser, capaz de Dios”.

La relación de Rahner con el auténtico pensamiento de Agustín es muy problemática. Así lo insinué y señalé ya por lo que se refiere a la Trinidad (Vida Nueva, nº 2.665). En cambio, quisiera dejar aquí muy claro que Rahner conoce bien a Tomás. Le conoce de primera mano y lo entiende con genialidad.

He seguido su mismo itinerario, y es un itinerario serio y solvente. Es verdad que entiende la teoría del conocimiento de Tomás como si el Aquinate hubiera descubierto el “sujeto” de la Modernidad. Esto se ve cuando Rahner anuncia la reditio ‘subjecti’ super seipsum. Cuando el entendimiento ha conocido los objetos particulares, puede volver sobre sí mismo y “estar el entendimiento consigo mismo”, en un estado de transparencia en el cual el entendimiento y lo conocido aparecen luminosos y unidos. Esto es algo perfectamente tomista, si bien Rahner llama “subjetividad” a esa vuelta del entendimiento sobre sí mismo, con lo que acerca a Tomás hasta la Modernidad. Pero poner el nombre de “sujeto” al entendimiento que se vuelve sobre sí mismo y se entiende a sí mismo no es una interpretación abusiva. He preferido discernir antes que aceptar, sin más, el veredicto negativo que Martin Honecker emitió, a propósito de Espíritu en el mundo, al negarse a homologar el tomismo trascendental de Rahner con el auténtico Tomás.

Rahner desarrolla a fondo el tema de la relación de Dios con el hombre y del hombre con Dios. Es algo que va a tener consecuencias: en la noción de los famosos “cristianos anónimos” y en la afirmación rahneriana de que durante su vida cualquier hombre ha hecho una cierta experiencia de Dios, ya que para el conocimiento de los seres particulares se requiere, como condición de posibilidad, el ser y la luz de Dios que sitúa en el horizonte del ser nuestro conocimiento de esos entes concretos (Rahner, Oyente de la palabra, p. 94).

Para Rahner, Dios infinito nos es inmediato en la mediación de los entes particulares, de manera que quien conoce algo, implícitamente conoce a Dios (Tomás, De Veritate, 22, 1, ad 1); quien desea algo, implícitamente desea a Dios (p. 95). De ahí deriva una intuición notable, aunque no llegue a ser un argumento: al conocer los entes, caemos en la cuenta de que Dios es necesario para situar este conocimiento en la esfera del ser. Conocimiento, ser, Dios. Palabras básicas para Rahner… para Agustín y Tomás.

De miras amplias

Y acabo mi recensión presentando un libro pequeño, pero de miras muy amplias: Introducción a Karl Rahner. Karen Kilby vierte en un lenguaje muy esponjado, y a partir de Espíritu en el mundo, lo mismo que acabo de escribir a partir de Oyente de la palabra.

Con gracia describe la teóloga de Nottingham la “anticipación” (Vorgriff), por la cual la mente –al captar los seres concretos– toma también conciencia implícita de Dios: “Con esta noción del Vorgriff, Karl Rahner sugiere que todo nuestro conocimiento de las cosas del mundo está acompañado y es posibilitado por cierta conciencia de algo que está más allá del mundo” (pp. 23-24).

Para Kilby, Rahner no eleva a argumento riguroso esa intuición que, si pretendiera rango de argumento, distaría mucho de ser eficaz (p. 80). ¡Pero, en Oyente de la palabra (p. 94), Rahner parece elevar a argumento su intuición!

Por esta Introducción a Karl Rahner desfila todo el panorama de la teología rahneriana: Cristología, Gracia, Iglesia en el mundo, Sacramentos. Acaba con la relación de filosofía y teología en Rahner y con una perla: la espiritualidad integrada en su teología. En suma, muy buena introducción a Rahner.

En el nº 2.671 de Vida Nueva.

Actualizado
30/07/2009 | 12:30
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