Libros

Jóvenes en la era de las migraciones


Un libro de Joaquín García Roca y Rubén Torregrosa Sarrión (Ediciones Khaf, 2010). La recensión es de José Luis Pinilla Martín, sj.

Jóvenes en la era de las migraciones. Una experiencia de liderazgos comunitarios

Autores: Joaquín García Roca y Rubén Torregrosa Sarrión

Editorial: Ediciones Khaf

Ciudad: Madrid

Páginas: 164

(José Luis Pinilla Martín, sj) “Hay profecías que cuentan que el hombre creará su propia destrucción. Pero los siglos y la vida, que siempre se renueva, engendraron también generaciones de amadores y soñadores. Hombres y mujeres que no soñaron con la destrucción del mundo, sino con la construcción del mundo de las mariposas y los ruiseñores. Así fue como proliferaron en el mundo portadores de sueños. Los llamaron ilusos, románticos, pensadores de utopías. Nosotros sólo sabemos que los hemos visto; sabemos que la vida los engendró para protegerse de la muerte”.

Este texto de Gioconda Belli se halla en el portal de los Espacios de Encuentro Interculturales (www.ceimigra.net), iniciativa propia de la Fundación CeiMigra y de la Asociación Jovesolides en la Comunitat Valenciana, muy relacionado con los patrocinadores y autores del libro.

Sus 164 páginas, agrupadas en cinco partes (‘Antecedentes del liderazgo comunitario’; ‘Contexto de las trasformaciones sociales en que se enmarca’;  ‘Mapa y diseño de la misma’; ‘Pedagogía subyacente’; y ‘Perspectiva y prospectiva de la misma’), narran la experiencia de implicación de unos estudiantes universitarios con sus países de origen.

Están llenas de historias para “la construcción del mundo de sueños”, que se palpan porque se “ven”. Experiencias que se desarrollan tanto en el Sur como en Norte. Países de origen, donde los jóvenes “suficientemente preparados” (que nos lanza el eslogan publicitario) pueden ser capacitados como líderes del desarrollo; y países de destino, donde los jóvenes viajan para completar su formación.

Si bien su título parece que va a adentrarnos en una realidad teórica y más global de las migraciones, o de la movilidad humana, éste sirve, fundamentalmente, de marco para lo indicado en el subtítulo.

Éste no es un libro de aventuras, evidentemente, pero sí es una aventura comprobar los mimbres del Programa de Liderazgo comunitario que co-educa universitariamente a jóvenes de más de quinces países comprometidos en el desarrollo social y humano de sus pueblos dentro del fenómeno tan complejo y apasionante como el de las migraciones.

Competencia en valores

El libro nos proporciona, a su vez, una mirada diferente de ese mundo universitario, orientado principalmente a responder a los reclamos de la Administración y de los Mercados –según se fundamenta acertadamente en la obra– que marcan que el ideal del aprendizaje está en la acumulación de saberes o conocimientos justos para convivir. O en desarrollar capacidades útiles –que pronto serán inapropiadas–, olvidando que esa competencia instrumental y formal debe estar orientada a valores más que al dominio de instrumentos. Y es más: el criterio desde el cual debe medirse la eficacia de la universidad es la incidencia en el mundo en que vivimos.

En palabras de Ellacuría: “El sentido último de la universidad y lo que es en su realidad total debe mensurarse desde el criterio de su incidencia en la realidad histórica, en la que se da y a la que sirve”.

Este criterio de incidencia social es muy apropiado en el nuevo escenario global donde la movilidad humana –en concreto, la referida a las migraciones–, en busca de mejores condiciones de vida (emigración laboral), o en busca de un mayor aprovechamiento académico (emigración intelectual), no debe debilitar los dinamismos sociales de las comunidades de origen. Es decir, la universidad no tiene el centro de gravedad dentro de ella misma, sino en la sociedad. Los costosos instrumentos suministrados por ella deben ayudar a diagnosticar, denunciar y proponer alternativas más justas y saludables que desmonten y pongan en riesgo las madrigueras de la injusticia de la propia sociedad. La docencia cuidada, la seria investigación y los intereses legítimos de los alumnos y del profesorado deben dibujarse desde el servicio social.

Ya Juan Pablo II, en la constitución apostólica Ex Corde Ecclesiae (nº 32), reta a las universidades católicas con una agenda fuerte en la investigación y en el servicio: “La dignidad de la vida humana, la promoción de justicia para todos, la calidad de vida personal y familiar, la protección de la naturaleza, la búsqueda de la paz y de la estabilidad política, una distribución más equitativa de los recursos del mundo y un nuevo ordenamiento económico y político que sirva mejor a la comunidad humana a nivel nacional e internacional”.

Ideales muy altos y tareas concretas que necesitan narraciones como éstas, que tantas veces estimulan al seguimiento. Para esto es necesario poseer el arte de los narradores (personas o grupos), capaces de iluminar el sentido mediante la continuidad de los acontecimientos.

Diseñar perspectivas

Es lo que, a mi entender, logran los testimonios múltiples contenidos en el libro, que iluminan y complementan la sabia teoría de la experiencia. Con ello se ayuda muy mucho, tanto en el ámbito de la educación como en el de las migraciones, a “superar los miedos y diseñar perspectivas” y, así, respirar aire limpio dentro de la asfixia xenófoba que destilan determinados ambientes.

Por lo que recomiendo su lectura, de manera especial a todos aquéllos (personas e instituciones) relacionados con el reto apasionante y enriquecedor de las migraciones. Sobre todo en este tiempo, tan necesario para fomentar la formación de sus agentes sociales como para aprender de experiencias creativas que ayuden no sólo en la acogida, sino en la integración. Me agradecerán el consejo.

En el nº 2.739 de Vida Nueva.

Actualizado
27/01/2011 | 08:05
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