Libros

‘Iniciar en la fe’


Un libro de Antonio Alcedo Ternero (PPC) La recensión es de Juan Luis Martín Barrios, director de los Secretariados de Catequesis y Pastoral en la CEE

Iniciar en la fe, libro de Antonio Alcedo Ternero, PPC

Título: Iniciar en la fe

Autor: Antonio Alcedo Ternero

Editorial: PPC

Ciudad: Madrid, 2016

Páginas: 174

JOSÉ LUIS MARTÍN BARRIOS, director de los Secretariados de Catequesis y Pastoral en la CEE | Algunas cuestiones se me plantearon al ojear y hojear el libro Iniciar en la fe, de Antonio Alcedo: ¿cómo pasar de una catequesis intelectiva y ocasional a una catequesis vivencial y continua? ¿Qué pasos hay que dar para avanzar en el proceso de una catequesis de mantenimiento religioso a una catequesis de iniciación en la fe? En síntesis: ¿cómo se hace un cristiano hoy? Al adentrarme en su lectura, he podido percibir cómo el autor, sacerdote, catequeta por “contagio” y catequista “acompañante”, con mano certera, experiencia contrastada y horizontes claros, nos ofrece, a lo largo de 174 páginas, las claves de fondo y las propuestas pastorales para dar respuesta a nuestras inquietudes y preguntas.

Alcedo distribuye su obra en dos partes: una, dedicada a los principios generales en torno a la iniciación en la fe (en qué consiste, los ámbitos, los agentes, el proceso, la pedagogía y los sacramentos), y la otra, sobre la presentación y uso de los libros de la fe, los catecismos: Los primeros pasos en la fe para el despertar religioso de los más pequeños, Jesús es el Señor para la iniciación sacramental de los niños, y Testigos del Señor para la primera síntesis de experiencia religiosa y la personalización de la fe de la infancia adulta, adolescentes y adultos.

Durante muchos años, en España, venimos hablando de catequesis entendida generalmente como la transmisión de unos conocimientos sobre la fe, el aprendizaje de unas oraciones cristianas, la práctica de los ritos religiosos y el cumplimiento de los mandamientos de Dios y de la Iglesia. La fe, que está en la base de todo esto, se daba por supuesta y la catequesis no contemplaba directamente la necesidad de despertarla.

La situación socio-cultural de nuestros días plantea una primera necesidad que hemos de tener presente: el despertar a la dimensión religiosa de la persona capacitándola para poder hacer el acto de fe, abrirse a Dios, nuestro Padre, y acogerlo en la propia vida. Al igual que una madre engendra un hijo y, una vez nacido, le ayuda en los primeros pasos para andar y caminar, así la Iglesia, al engendrar hijos en la fe por el bautismo, no puede pedir que camine como cristiano quien antes no ha sido iniciado en la fe. Esta acción de iniciar no queda reducida a la infancia, sino que se extiende también a los adolescentes, jóvenes y adultos. De hecho, en los primeros compases de la Iglesia en el mundo, quienes vivían estos procesos eran siempre los adultos.

En efecto, durante siglos de paganismo ambiental la Iglesia tuvo un proceso de iniciación sólido, bien trabado y completo, que asumía a los candidatos a las puertas de la fe, los acompañaba en su desarrollo y los conducía a una fe adulta. La iniciación ofrecía eficazmente a las nuevas levas de cristianos una adhesión firme a Jesucristo, una vinculación estable a la Iglesia, una vertebración de los contenidos doctrinales del mensaje cristiano, un programa de conducta moral, una dirección para el compromiso cristiano y una experiencia de oración individual y litúrgica.

Cristianos del siglo XXI

Aunque la comparación con épocas tan lejanas en el tiempo resulte cuestionable y la constatación de que la atmósfera que rodea hoy a nuestros niños, adolescentes, jóvenes y adultos sea propicia para engendrar una tupida indiferencia religiosa, estamos convencidos de que una iniciación cristiana seria puede asegurar, bajo la continua acción de la gracia, la emergencia de cristianos del siglo XXI. El Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos es ya un paso de gran envergadura. Es la clave esencial en la que se mueve y transmite Alcedo.

Engendrar y modelar en la fe a las nuevas generaciones puede resultar difícil, pero no imposible, porque no solo es tarea nuestra. La iniciación cristiana tiene su peculiaridad, y es que la iniciativa en la transformación de la persona y su integración en la Iglesia la tiene Dios. Es una acción gratuita del Padre que actualiza, aquí y ahora, por la Palabra y los sacramentos que su Hijo realiza en la Iglesia, y por la acción del Espíritu Santo que inspira, ilumina, guía y conduce al que es llevado a iniciarse como cristiano.

Es, pues, la acción del Espíritu Santo en el corazón de cada persona quien hace germinar el don de la fe. A nosotros, eso sí, nos corresponde la función de mediadores. Una mediación que se hace al sembrar, regar y cultivar la apertura del hombre a Dios, para, de esta forma, conjugar la gratuidad de Dios y la libertad del hombre.

Iniciar en la fe es una guía práctica para sacerdotes, catequistas y cuantos se dedican a la transmisión de la fe.

En el nº 2.997 de Vida Nueva

Actualizado
15/07/2016 | 00:27
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