Un libro de Marciano Vidal (Perpetuo Socorro, 2014). La recensión es de José Ramón Amor Pan
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Título: Historia de la teología moral. De Trento al Vaticano II. 1. Crisis de la razón y rigorismo moral en el Barroco (s. XVII)
Autor: Marciano Vidal
Editorial: Perpetuo Socorro, 2014
Ciudad: Madrid
Páginas: 1.048
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JOSÉ RAMÓN AMOR PAN | Los lectores de Vida Nueva ya conocen esta magna empresa, así como el juicio tan positivo que quien escribe estas líneas tiene de la misma. El servicio que Marciano Vidal y la editorial Perpetuo Socorro están prestando a la renovación de la moral católica es altísimo: porque, para saber quiénes somos y a dónde debemos encaminar nuestros pasos, es imprescindible conocer de dónde venimos. Si grande es la labor del autor, no menos importante es la de la editorial, concretada en la persona de su director, Octavio Hidalgo.
Porque muchos originales buenos han quedado en el cajón por falta de quién los publicara y otros muchos no dieron el fruto que cabía esperar porque la editorial que los publicó no acertó en su presentación, en el precio, en los canales de difusión… Por estas razones, mi reconocimiento tiene ese doble destinatario. No me cansaré de subrayar el enorme papel que los editores juegan en la cultura de un país.
Entrando ya en materia, este tomo quinto, con el título global De Trento al Vaticano II, abarca la Historia de la Teología Moral desde el siglo XVII hasta la actualidad. Como es un período muy amplio, Vidal lo ha dividido en tres volúmenes, el primero de los cuales es el que apareció meses atrás y que estamos presentando. En él se estudia –sin agobio de espacio, como el propio autor se encarga de remarcar– el siglo XVII, con un título bien significativo: Crisis de la razón y rigorismo moral en el Barroco.
Recordemos que es el siglo del caso Galileo (acontecido entre 1610 y 1633), de los trabajos de Newton (1642-1727), de Descartes (1596-1650), de Hobbes (1588-1679), de Locke (1632-1704), de Spinoza (1632-1677), de Molière (1622-1673), de Calderón de la Barca (1600-1681), de Quevedo (1580-1645) y de tantos otros personajes de las ciencias y de las letras que dejaron su impronta en el cambio de paradigma que había comenzado a producirse con el descubrimiento del Nuevo Mundo y que eclosionará definitivamente en la Ilustración, a cuyo estudio estará consagrado el siguiente volumen de este tomo, de pronta publicación.
Es el siglo de los grandes catecismos, el de Astete (publicado en 1591) y el de Ripalda (publicado también en ese año, aunque la edición más conocida es la de Toledo de 1618). Como dice Marciano Vidal, “casi todos los hispanohablantes hasta el Concilio Vaticano II y hasta el actual Catecismo de la Iglesia Católica fueron formados con estos resúmenes, memorizados, de la doctrina cristiana tanto dogmática como moral”. También es la época de oro de las misiones populares, en las que sobresale por mérito propio la figura de san Vicente de Paúl y la congregación por él fundada. Como cuarta anotación, debemos destacar el auge de los seminarios y la insistencia en una formación centrada en la práctica pastoral (la cura de almas), muy orientada a atender a los fieles en la confesión, según la normativa dada por el mismo Concilio tridentino.
La casuística
Pero, si por algo destaca este siglo, es por la configuración del paradigma moral casuístico (sección segunda), así como por la confrontación entre jansenismo y jesuitismo (sección séptima). La casuística es tanto un método de análisis moral (reavivado por la Bioética) como un período histórico de la Teología Moral caracterizado por el uso prevalente (si no exclusivo) de dicho método. Ambos significados tienen una circularidad interpretativa.
Fue una consecuencia natural de ese estilo formativo orientado a la confesión que destacábamos en el apartado anterior: los futuros sacerdotes, sobre todo los de carrera breve, “eran entrenados en el estudio de la moral mediante el análisis pormenorizado de casos que, en el futuro ministerio sacerdotal, se les pudieran presentar en el confesionario, especialmente en lo referente al número de pecados y a su especie o clase, y a la penitencia a imponer, ya que en esa situación el confesor ejercía a modo de juez”.
El autor deja para el volumen siguiente el balance de la producción casuística, que será conjunta de los siglos XVII y XVIII. Por lo que respecta a la confrontación entre jansenismo y jesuitismo, tan solo recoger la siguiente afirmación: “Ni uno ni otro tuvieron una existencia tan real como la que tenían en la mente del adversario. Jansenismo y jesuitismo actuaron, dentro de la geografía mental, como dos fantasmas”.
Podríamos destacar muchas más cosas. Porque también resultó decisiva la ruptura epistemológica y antropológica de la Filosofía que se produjo en este momento histórico (Descartes, Locke, Spinoza), cuya proyección llega a nuestro tiempo (Neurofilosofía, Neuroética), que Vidal aborda en la sección tercera de su libro. Por otro lado, ponderar la importancia del Siglo de Oro español (Miguel de Cervantes, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Tirso de Molina, la literatura picaresca, Francisco de Quevedo, Baltasar Gracián, etc.) como fuente histórica de la moral, tal y como hace Vidal en la sección quinta, es un acto de justicia que contribuye, de paso, a aumentar la autoestima hispana.
De todo eso y mucho más trata, con profusión de datos y buen decir, este libro. Con cinco volúmenes ya publicados, todos ellos escritos con rigor y editados muy bellamente, esta Historia de la Teología Moral de Marciano Vidal y la editorial Perpetuo Socorro no solo ocupa un lugar amplio y destacado en nuestras estanterías, sino que está haciendo historia por sí misma. Creo que no resulta exagerado decir que el redentorista Marciano Vidal es uno de los últimos sabios de Europa, poseedor de unos conocimientos tan enciclopédicos que lo hacen dueño de una ciencia universal y que lo acreditan ante nosotros como uno de los grandes genios en la historia de la Iglesia católica.
En el nº 2.939 de Vida Nueva