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¿Hay un Dios?


Un libro Richard Swinburne (Sígueme, 2012). La recensión es de Diego Tolsada

¿Hay un Dios?, Richard Swinburne, Sígueme

¿Hay un Dios?

Autor: Richard Swinburne

Editorial: Sígueme, 2012

Ciudad: Salamanca

Páginas: 192

DIEGO TOLSADA | Un libro original por las múltiples facetas que en el autor se unen. Catedrático emérito de filosofía de la religión cristiana en Oxford, Richard Swinburne ha publicado numerosas obras sobre el tema de Dios en nuestra cultura. Júntese en una misma mente el rigor del método científico, la precisión del lenguaje pasado por las expresiones de la lógica formal simbólica, el talante anglosajón del empirismo con el valor concedido a la experiencia y la capacidad de manejar “la navaja de Ockham”, la creencia en Dios y la convicción de que sigue siendo posible abordar el tema de Dios no desde la teodicea o la filosofía sino desde el ámbito científico, y tendremos una idea primera de lo que propone esta pequeña obra. En realidad, es un condensado de la obra más representativa del autor, La existencia de Dios (San Esteban, Salamanca, 2011, 410 pp.).

No trata de demostrar la existencia de Dios con argumentos científicos. Lo que pretende es afirmar como hipótesis que hay más probabilidades de que exista un Dios que de que no exista. Y esto, con argumentos no demostrativos (ontológicos), sino inductivos, partiendo de la experiencia de la realidad.

La existencia de Dios (y no el materialismo) sería la hipótesis más sencilla y coherente para explicar el orden del mundo y de la vida humana, los milagros y las experiencias religiosas. Se tiene en cuenta la gran objeción que supone el mal y por qué Dios lo permite, pero, a pesar de la gran fuerza que tiene contra la existencia de Dios, sigue siendo menos significativo que la posible afirmación de la existencia de este.

Una obra así ha despertado entusiasmos (fácilmente derivables en apologéticas incontroladas) y rechazos. Nuestro reciente panorama cultural ha aclamado, por ejemplo, obras de signo contrario en torno al mismo tema y con los mismos planteamientos, como el best seller de Dawkins (o desde la filosofía la obra de Onfray en Francia). El tema está, por tanto, en el ambiente.

¿Qué valoración hacer? La lectura de la obra deja, entre otras, varias impresiones encontradas. Es de alabar el esfuerzo de un intelectual serio y honrado por no dejar caer en los tiempos que corren el tema de Dios y su probable existencia. Pero es cierto, por ejemplo, que la obra se aleja del criterio más aceptado hoy en día en el debate fe-ciencia, el del agnosticismo metodológico, según el cual cada campo no entra en el otro, porque se trata de semánticas o juegos lingüísticos diferentes.

La obra produce la impresión de un ir y venir de un campo al otro con demasiada facilidad, como si desde lo empírico se pudiera pasar fácilmente a lo metafísico u ontológico.

En el campo de lo religioso, también es llamativo el concepto tan clásico que maneja de Dios: Dios es perdurablemente un ser personal omnipotente, omnisciente y perfectamente libre, creador y sustentador del universo, perdurablemente carente de cuerpo y omnipresente, perfectamente bueno y fuente de obligación moral (p. 30). Este probable Dios, además, caería dentro de la ya tan denunciada ontoteología; sería un ente, el más perfecto y el mejor, pero uno más dentro del sistema del mundo.

Hay que leerlo, desde luego. Y luego decidir sobre el alcance del intento.

En el nº 2.825 de Vida Nueva.

Actualizado
23/11/2012 | 00:28
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