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Fe cristiana y sentido del trabajo


Una obra de Élio Estanislau Gasda (San Pablo-Universidad Pontificia Comillas, 2011). La recensión es de José Ignacio Calleja.

Fe cristiana y sentido del trabajo

Autor: Élio Estanislau Gasda

Editorial: San Pablo-Universidad Pontificia Comillas

Ciudad: Madrid

Páginas: 264

JOSÉ IGNACIO CALLEJA | Voy a comenzar con un juicio general. Este es un libro muy importante en el ámbito de la teología del trabajo y, por tanto, de la teología moral social. Les aseguro que no les dejará indiferentes, cualquiera que sea la rama teológica o pastoral que cultiven. Interesará, igualmente, a aquellos que trabajan en la pastoral obrera, si bien no siempre les ha de parecer de fácil lectura.

Y es que el libro tiene detrás una tesis doctoral que el autor, a propuesta del tribunal, presenta ahora de una forma más breve y en un lenguaje más sencillo. Lo que sucede, a mi juicio, es que quien “tuvo, retuvo”, y no siempre se ha podido “evitar” la obra de base. Este hecho carece de relevancia final y hasta me atrevo a decir que es su máxima garantía. Es una obra de teología, y quienes piensen que la teología práctica tiene difícil mostrar que lo sea de verdad, van a quedar sorprendidos; a su vez, quienes crean que, en cuanto al compromiso caritativo y social de la fe está todo dicho, y que lo que falta es “actuar en consecuencia”, verán que es cierto lo segundo, pero no lo primero. En suma, y comenzando esta recensión por el final, estamos ante una obra excelente.

Élio Estanislau Gasda es jesuita y brasileño, profesor de Teología en Belo Horizonte, y doctorado en la Universidad Pontificia Comillas, bajo la dirección de Luis González-Carvajal, autor del prólogo y toda una garantía. El libro presenta un orden claro. Como tal, aparece en la introducción de este modo: “Esta investigación se propone abordar teológicamente el sentido del trabajo humano a partir de los desafíos de la realidad, a fin de contribuir en la conformación de una ética generadora de una nueva comprensión del trabajo” (p. 31). Y yo añadiría, con fidelidad al libro, como práctica liberadora de las personas y de la sociedad. Porque esta teología no solo da cuenta de su labor hermenéutica, como cualquier otra, sino que se implica y complica socialmente.

Y, prosigue el autor, “el libro tiene nueve capítulos y un balance a modo de conclusión”. Me permito su enunciado: ‘El trabajo en el proceso de globalización’ (1); la comprensión cristiana del sentido del trabajo, partiendo ‘del trabajo en la Biblia’ (2); la tradición teológica en cuanto al trabajo (3); la Enseñanza Social de la Iglesia (4); el examen crítico para una nueva comprensión del sentido cristiano del trabajo (5); la nueva teología del trabajo, que reconoce ‘en la acción litúrgica del memorial del Misterio Pascual de Cristo el punto más elevado de su comprensión del trabajo’ (6 y 7); praxis ética en el mundo del trabajo para la coherencia de esta teología (8); ‘La ética es el antídoto contra la manipulación de la teología’ (p. 255); y cómo la dignificación del trabajo es determinante para una cultura y una civilización más humanas (9).

El descanso

Ahora bien, visto el temario, ¿dónde reside al cabo la novedad teológica que le atribuyo a esta obra? Por un lado, tomo prestadas estas palabras del prólogo: “En cuanto al análisis teológico, quizá pueda sorprender el lugar central que ocupa la teología del sábado-domingo en esta reflexión sobre el trabajo…

Élio Gasda concede una importancia central al ‘descanso’ de Dios el séptimo día… [a] la liberación que el día de fiesta anticipa y, de alguna manera, debe extenderse a los días laborables” (p. 22). Efectivamente, este es un vuelco muy atrevido socialmente, por lo que tiene de aparente idealismo religioso. No es extraño que el autor se pregunte acerca de “¿cómo articular el Día del Señor con el fin de semana? ¿Cómo los valores del domingo pueden ser integrados en el fin de semana? Pero, ¿hay alguna posibilidad de reorientar el descanso del fin de semana…, a fin de tornarlo más comunitario, solidario y festivo? (p. 207).

Y, por otro lado, esa novedad teológica del libro es aún mayor en la articulación que muestra entre la vida económica y el trabajo, realidades seculares, y conceptos fundamentales del cristianismo como Misterio Pascual, Reino, Memorial, Eucaristía, Redención…, hasta concluir: “Si la ética cristiana tiene su fuente en el ‘Memorial’ del Misterio Pascual celebrado en la liturgia, la praxis cristiana que brota de la liturgia constituye un marco para la ‘ética del trabajo’… Luego, además de ‘hogar teológico’, la liturgia adquiere también un estatus de ‘hogar teológico de la ética’, es decir, una fuente de conocimiento de la praxis cristiana” (pp. 210-211).

Este párrafo muestra con pulcritud cuál es la novedad teológica del trabajo, y también me atrevo a decir que mi entusiasmo es aquí donde más inquieto se siente. Estoy seguro de que el autor habría de ver que la liturgia sacramental, y en particular la Eucaristía, en que la Iglesia expresa, celebra y realiza la salvación en Cristo Jesús, adquiere su valor hermenéutico en teología en coherencia con una ética del Reino. Tal vez sea esta la carencia teologal, a mi juicio, que hace más frágil esta nueva teología del trabajo. Es decir, que el círculo hermenéutico del trabajo teológico tiene que acoger más explícitamente la praxis ética del Reino como consecuencia y, también, como ¡“experiencia fuente”! Yo entiendo así el pensamiento humano, y el teológico.

El libro, por lo demás, está muy bien presentado, cosa que honra a esta colección y por la que felicito a sus editores. Gracias, por supuesto, al autor. Invito desde aquí a los lectores a abrirse a realidades sociales que se muestran plenamente “teologizables”.

En el nº 2.771 de Vida Nueva.

Actualizado
06/10/2011 | 16:05
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