Libros

Evangelizar en el planeta digital


Un libro de Juan Rubio (PPC, 2013). La recensión es de Roberto Ruano Estévez

Evangelizar en el planeta digital, Juan Rubio, PPC

Título: Evangelizar en el planeta digital. Cómo hacer significativa nuestra presencia en Internet

Autor: Juan Rubio

Editorial: PPC, 2013

Ciudad: Madrid

Páginas: 122

ROBERTO RUANO ESTÉVEZ | Ni el hombre de hoy ni el Evangelio entienden de parches o remiendos, porque lo nuevo siempre tirará y arrastrará de lo viejo. La Iglesia, nuestra Iglesia, ha de ser consciente de esta novedad anunciada hace más de dos milenios: “Vino nuevo, odres nuevos”.

iPad, iPhone, Skype, Spotify, Whatsapp, wifi… son términos con los que nos vamos familiarizando poco a poco, de sobra conocidos por Juan Rubio, autor de este pequeño libro sobre Internet y los mundos digitales. Un ámbito, el digital, donde normalmente él se desenvuelve: sacerdote, periodista, escritor y director de Vida Nueva.

No, Juan Rubio no sobrevuela ningún escenario, no aburre con ninguna teoría elaborada en rancia sacristía. Evangelizar en el planeta digital, con el estilo ameno, ágil, directo y fluido al que nos tiene acostumbrados, es su nuevo libro.

Un gran baño y buceo interior por esa realidad que nos envuelve; que tenemos detrás, encima y delante; por esos nuevos escenarios y autopistas de la información que a diario frecuentamos. Acercamiento y radiografía del hombre de la calle; de sus gustos, aspiraciones y necesidades más vitales. De un nuevo mundo, ¿o de un mundo nuevo? Repleto de posibilidades, también pastorales.

En el primer capítulo, el autor compara la llegada de Internet a nuestras vidas con el descubrimiento de un Mundo Nuevo hace más de 500 años; con la tarea de aquellos exploradores enviados por Moisés, con Josué a la cabeza, para conocer aquella tierra prometida de la que manaba leche y miel; o la llegada del hombre a la Luna en 1969. Nada volvió a ser lo mismo después de aquellos sucesos.

Algo parecido ha sucedido con la irrupción de Internet en nuestras vidas: todo ha sido puesto patas arriba. “Luchar contra ello es absurdo, aceptarlo y comprenderlo es lo inteligente”. Impresionante reto para una Iglesia de apóstoles, que no puede permitirse el lujo de traicionar o abortar el encargo recibido del Señor: “Id al mundo entero y predicad el Evangelio”. Hoy también, desde todas las plataformas digitales.

Sí, Internet nos ha cambiado, y mucho, la vida. De ello se ocupa el segundo de los capítulos. Y comienza contrastando la España de los años 60 y 70 con la fantasía de un niño que sueña despierto con la lectura de Veinte mil leguas de viaje submarino y las aventuras del capitán Nemo, para finalmente corroborar que una buena parte de aquella fantasía soñada es hoy realidad: reservar un billete de tren, buscar trabajo, cursos online en la universidad, redes de contactos, amigos virtuales…, todo esto es hoy viable en la Red. La realidad ha superado la ficción más fantasiosa de Julio Verne.

Agujeros negros

Pero el autor no se deja llevar por esta borrachera de virtudes digitales, y reconoce también los agujeros negros que coexisten a diario en Internet: individualismo, soledad, frialdad en las relaciones, ataques a la dignidad de la gente…

Y esta es, a mi juicio, la gran aportación del libro: el papel que ha de jugar la Iglesia poniendo alma en la Red; dotando de sentido a todo aquello que se va rompiendo y quedando por el camino. Poner alma y curar heridas suena a una labor de Iglesia samaritana de sobra conocida.

Es en el capítulo cuarto donde más palpita el alma de pastor y el olfato periodístico de Juan Rubio: experimentado pastor que sabe muy bien dónde moran los lobos más feroces, cuáles son sus hábitos y costumbres, qué hacer para abordarlos (a ser posible, de frente y sin miedo). Así, y haciendo gala de un gran dominio del Magisterio eclesial en materia de comunicación y de lo que se cuece y cocina en la calle, pasa a enumerar propuestas muy concretas para hacer más significativa nuestra presencia en la Red.

Desde el silencio al discernimiento, pasando por promover una cultura del diálogo. Tareas y pelotas que están en nuestro tejado. “Una de las tentaciones –piensa el autor– es quedarse sorprendidos y con los brazos cruzados, dejando pasar el tiempo y desconfiando de las nuevas tecnologías, como si fueran pasajeras. Las olas nos llevarán a la playa. No podemos dejar que nos lleve la corriente”.

Y, por supuesto, una palabra, un capítulo exclusivo e independiente para hablar de Twitter y Facebook, los dos grandes fenómenos digitales del momento. De Twitter para alabar y bendecir su brevedad y concisión, “sistema moderno para comunicar lo esencial, lo fundamental, el núcleo de la fe”.

Aunque lo más brillante de todo el capítulo sean los antecedentes que, según el autor, estos pequeños tuits tienen ya hace siglos en la tradición cristiana: los Dichos de luz y amor de san Juan de la Cruz, las Florecillas de san Francisco, o los Avisos de Teresa de Jesús. ¡Apenas nada!

Y una perla para finalizar y hacernos pensar a todos: “Facebook te hace creer que tienes muchos amigos; Twitter te hace creer que eres inteligente e intuitivo. El despertar de este sueño va a ser terrible. Y ahí es donde hemos de estar, ocupándonos en devolver calidad a las relaciones humanas”. O lo que es lo mismo, y la esencia del libro: aportar alma en medio de este lío. Evangelizar en un planeta que ya es digital, que no tiene vuelta atrás.

El libro termina con una serie de conclusiones y un apéndice del Magisterio de la Iglesia, en concreto del Pontificio Consejo para la Comunicaciones Sociales, donde comprobamos que ambas visiones, las del autor y las del Magisterio pontificio, convergen totalmente. “Una atmósfera, un mundo, un ambiente en el que Dios ha de ser predicado y amado”. El miedo, la apatía, la frialdad ante este nuevo mundo digital nunca será la respuesta más inteligente.

Un libro que viene a ser un empuje, una voz de alerta y ánimo para todos aquellos tibios, fríos e indiferentes que ven en los medios de comunicación al peligroso enemigo. ¡Lástima que estos, los que más lo necesitan, nunca lleguen a leerlo!

En el nº 2.835 de Vida Nueva.

Actualizado
08/02/2013 | 07:54
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