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Evangelizador y discípulo


Esta obra de Javier Garrido (Sal Terrae, 2008) es recensionada por Pedro Ortega Ulloa

 

Evangelizador y discípulo

Autor: Javier Garrido

Editorial: Sal Terrae

Ciudad: Santander

Páginas: 256

 

(Pedro Ortega Ulloa) Este libro presenta reflexiones, pensamientos, ejemplos vivos, sensaciones, intuiciones… unidas por una “sorpresa agradecida”, pues el autor, Javier Garrido, religioso franciscano, se ve llamado a evangelizar sin ser capaz de ello. No puede discutir esta llamada, pues viene de quien es “Amor”. Evangelizar es, así, mostrar el “Amor” en que Dios consiste.

Reconoce que la respuesta que provoca la llamada de Dios no necesita justificación. Y confiesa que la desproporción entre el don recibido de Dios y el ministerio que en sí conlleva, constituye una de las fuentes más íntimas de su alegría. Siempre sucede lo mismo: la propia debilidad no tiene por qué impedir la gran tarea de evangelizar, ya que ésta es posible cuando se vive del amor, regalo de Dios.

Pero con esta llamada que antecede no está ya todo. Falta algo. Pues lo cierto es que uno es evangelizador si es discípulo. Así titula su libro, Evangelizador y discípulo.

La llamada a evangelizar, nos dice Javier Garrido, se realiza si no separamos la mirada del Señor, que nos envía, y la mirada a los hombres y mujeres en su realidad cotidiana.

Con estilo sugerente, coloca juntos textos bíblicos, comentarios breves, indicaciones pastorales, pequeñas descripciones del cristiano hoy, narraciones cortas de vida intensa, esbozos de sucesos ordinarios. No es un texto sistemático y tiene como finalidad ayudar al evangelizador de este tiempo. ¿Y a qué nivel es esta ayuda? Este libro quiere ser Apuntes de discernimiento espiritual para evangelizadores. Éste es el subtítulo del libro. Son apuntes que se centran en la dimensión “afectiva” del evangelizador. Pues se trata de que éste llegue a transmitir lo que ha oído, visto, contemplado, palpado y amado… como dijo el “discípulo amado”.

Una hermosa tarea

Al presentarse esta larga reflexión -algo más de doscientas cincuenta páginas-, el autor tiene ante sí compañeros evangelizadores y rostros concretos que quieren seguir a Jesús y exclama: “Cómo les amas, y cómo nos amas, Señor”. ¿Qué va a discernir? La vocación, la llamada de Jesús, en la primera parte; lo que titula “problemática pastoral y personal”, en el segundo tramo de la composición; el amor que soporta y hace posible la misión y, juntamente, el modo concreto de llevarla, en la tercera y última parte del texto.

La lectura de esta obra provoca al lector sensación de desazón por lo no terminado, ilusión por lo entrevisto e impresión de estar metido en un campo grande, muy grande.

Ante cada uno de los tres grandes apartados, el autor coloca unos textos de san Juan. Éstos nos hacen comprender la condición espiritual con la que entrar en los capítulos diferentes.

Así, en el primero aparecen palabras de Jesús sobre sus amigos que tienen un mandato: el amor. El comienzo del segundo apartado presenta la promesa de Jesús sobre el Espíritu. Y en el tercer apartado recoge la condición del discípulo: estar en el mundo y no ser del mundo.

En treinta y cuatro meditaciones, historias, reflexiones, oraciones, diálogos, sugerencias…, pues cada capítulo tiene algo de esto, Javier Garrido nos ofrece su viva experiencia recogida desde sus tareas de acompañamiento espiritual.

Apunto algo de lo que dice en la parte segunda. Comienza reconociendo que la realidad no nos deja parados. “Bofetada de la realidad” llama a la problemática con la que en las últimas décadas se encuentra el evangelizador. Y lentamente, capítulo a capítulo, presenta las condiciones espirituales nuevas en las que el evangelizador anuncia la buena noticia. Estas condiciones no son sólo sucesos en otros, sino realidades en el mismo evangelizador.

Trata de los malentendidos entre ciencia y creencia, la sociedad secularizada, el pluralismo religioso con su nivelación de religión y esoterismo, nuestra incapacidad para dejar en libertad a Dios, el escandaloso anuncio de Jesucristo uno y único, el misterio que es la Iglesia, la decisión y la gracia de ser cristiano, la novedad cristiana, la fuerza de la Palabra, cuando el evangelizador no puede, dónde están las raíces del que evangeliza. 

Javier Garrido lo tiene claro: hermosa y desbordante tarea es ésta de evangelizar.

En el nº 2.633 de Vida Nueva.

Actualizado
24/10/2008 | 10:03
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