Un libro de Begoña Olabarrieta Canudo (San Pablo) La recensión es de José Luis Pinilla Martín, SJ
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Título: El quinto país del mundo. 1 historia, 214 millones de migrantes y 10 prejuicios
Autor: Begoña Olabarrieta Canudo
Editorial: San Pablo
Ciudad: Maddrid, 2016
Páginas: 160
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JOSÉ LUIS PINILLA MARTÍN, SJ | Probablemente no exista otra imagen más sugestiva para definir la aventura humana que la que se asoma en la convicción, tantas veces expresada por filósofos y poetas, de que la vida –toda vida– es camino. En el caso del libro que nos ocupa, es un camino de ida y vuelta. O de muchos caminos, si se quiere, en cuanto que el narrado es paradigmático de los caminos recorridos por los miles de emigrantes de ayer y de hoy. Está escrito por Begoña Olabarrieta Canudo, quien trasluce en su obra una mezcla de su profesión-vocación de periodista con la de su formación antropológica, para hablar de una doble realidad que muchos hoy no queremos separar y así defender los derechos de todos: la de los emigrantes y la de los refugiados. Todo ello avalado por su noble experiencia del voluntariado y su clara defensa de los derechos humanos.
Me imagino lo que hay detrás de estas páginas, porque el camino no es una pura abstracción simbólica, separable de lo que subyace bajo nuestros pies, la tierra que pisamos o la que nos encontramos en cada paso de la vida. El camino recorrido no se separa de la cotidiana realidad de los hombres y las cosas. Para construir caminos y que estos ayuden a otros, se precisa de relaciones vitales. Pero es impensable la relación sin una contemporánea comunicación. Esta, a su vez, se concreta en el diálogo. Y, en fin, no hay diálogo sin conversación, sin el vaivén de la palabra, el gesto y el silencio.
Este libro narra un camino que, a buen seguro, ha recogido todo ello a través de la historia que Begoña ha utilizado. Bellísima e interpeladora, por cierto. La de Carmelina Ruiz de Acuña, quien emigró a Venezuela en los años 50 y que, tras 56 años, ve cómo su nieto de 17 se pregunta por su identidad. Su abuela es española de nacimiento, venezolana por amor y retornada por la familia. Y por eso el nieto vuelve con su familia al país de sus bisabuelos, donde experimenta parecidas sensaciones a las de sus antecesores en las tierras a las que emigraron.
Parecidos ejemplos tenemos en muchos emigrantes españoles de segundas y terceras generaciones, que nacen en tierras distintas a las de sus padres, donde llegan con sensaciones primeramente desconocidas y extrañas (la identidad compartida no es solo cuestión de lengua) y luego las perciben amparadoras de sus vidas. Tierras nuevas que forjaron nuevas identidades.
Es muy rico el estudio de la realidad que hace la autora, donde no falta una clara observación –que en sí misma es una denuncia– de las percepciones erróneas que los españoles tenemos ante la emigración. Conviene usar –¡sí, usar o, si se quiere, aprovechar!– el capítulo tercero, porque tras los delicados párrafos testimoniales de Carmelina comentados en el capítulo anterior, una vez narrada su historia en el primero, viene la rica herencia que esta supone para aplicarla a nuestra sociedad española, tan prejuzgadora y olvidadiza de su historia. Me acuerdo de aquel verso de Luis Cernuda en su poema 1936: “Recuérdalo para recordarlo a otros”. Este libro es para eso.
Corazón y reflexión
Sus denuncias reciben la necesaria aportación de cifras y datos concretos. Las ocho páginas de fotografías y las numerosas tablas y gráficos confirman y completan su visión. Y, así, la narración recoge veracidad en el testimonio y en los números: corazón y reflexión. Ambos imprescindibles si se quiere hablar hoy del tema. Por cierto, vergonzoso tema tras las mezquinas medidas europeas actuales ante refugiados y emigrantes. Ahí no manda, como hace Begoña, ni el testimonio que humaniza ni la reflexión que vaya más allá de los euros y las desventajas políticas que supone abordar el asunto.
Creo que es importante reseñar el estudio que hace del proceso migratorio y el análisis de sus movimientos (“fenómeno global que marca época”, según la Doctrina Social de la Iglesia), así como la observación de la mixtura de las civilizaciones que se han incorporado a nuestro día a día. Cuando, además, en España seguimos por la pelea que organice las identidades, la emigración nos recuerda que la identidad de un país no es una página en blanco ni ya escrita e impresa, dice Amin Malouf. La estamos escribiendo todos, libres e iguales, con nuestra contribución según los propios talentos y/o sensibilidades.
Este libro ayuda muy mucho a ello. A descubrir un viaje de ida y vuelta de otros. Y quizás un viaje para el mismo lector, que puede entender los porqués y lo que aportan aquellos a quienes de modo tan simplista se describen –por intereses malditamente espúreos– como amenazas. El miedo se deshace viajando. ¿Qué mejor que hacerlo por El quinto país del mundo?
En el nº 2.993 de Vida Nueva