Libros

El Padrenuestro


Este libro de Anselm Grün (Sal Terrae, 2010) es recensionado por Francisco Armenteros Montiel.

————

El Padrenuestro. Una ayuda para vivir de verdad

Autor: Anselm Grün

Editorial: Sal Terrae

Ciudad: Santander

Páginas: 144

————

(Francisco Armenteros Montiel) “Cuando vayas a Misa los domingos, no llames a Dios Padre, si luego, durante la semana, te comportas como un huérfano”. Esta frase, sobre una llamativa foto en la revista de los Misioneros de Mariannhill, se puede completar: “O como hijo único”.

A evitarlo y, sobre todo, a facilitar cómo orar el Padrenuestro y qué consecuencias se pueden sacar de las siete “peticiones”, está orientado este libro –otro sobre la oración dominical, y no sobra ninguno– del prolífico y leído monje.

Un Editorial de Vida Nueva (“Preguntas en tiempos inciertos”, nº 2.714), afirmaba: “El mundo necesita respuestas”; y añadía que “la Iglesia ha de empezar dándoselas a sí misma. Sólo así podrá dárselas a los demás”. Anselm Grün recomendaría la oración del, y con, el Padrenuestro, puesto que la respuesta es Él. Medita el Padrenuestro para evitar la “quiebra” entre doctrina y vida, para que el fruto sea el compromiso cristiano, porque donde Dios reina se da la auténtica vida; de hecho, titula la conclusión “Dejarse configurar por el Padrenuestro”. Relaciona las versiones de Mateo y Lucas con las Bienaventuranzas, el sermón de la montaña y las parábolas del Reino; se propone “interpretar el Padrenuestro en un triple sentido: como experiencia mística, como resumen del anuncio de Jesús y como explicación del sermón de la montaña”.

Dedica a la petición “venga tu Reino”, en particular a la responsabilidad política de los cristianos, el doble que a las otras peticiones. Podría haberse extendido en el “danos hoy nuestro pan”, pero el Reino trae el pan; sí se refiere a la solidaridad, los sin techo, el amor –y, lo que es más cristiano, la oración– por los enemigos.

Como Ratzinger (Jesús de Nazaret), plantea si a Dios se le puede llamar Madre; la esencia del cielo –si Dios vive en nuestro corazón, nuestro corazón es el cielo–; aplicar el “pan” a la Eucaristía (cf. CCE n. 2837); etc.

En el origen de todo hay una pregunta: “Uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar” (Lc 11, 1); tuvo que agradar al Señor este arranque de los apóstoles, prueba de sus deseos de aprender. Agradecemos la pregunta; y la respuesta de Jesús. Como escribió santa Teresa: “Espántame ver que en tan pocas palabras (Padrenuestro) está toda la contemplación y perfección encerrada, que parece no hemos menester otro libro, sino estudiar en este”; “resumen de todo el Evangelio” (Tertuliano).

En el nº 2.726 de Vida Nueva.

Actualizado
22/10/2010 | 08:32
Compartir