Libros

El libro del discípulo


Un libro de Luis Mª García Domínguez, SJ (Mensajero-Sal Terrae, 2011). La recensión es de Xavier Quinzà Lleó, SJ.

El libro del discípulo, Luis Mª García, Mensajero-Sal Terrae

El libro del discípulo. El acompañamiento espiritual

Autor: Luis Mª García Domínguez, SJ

Editorial: Mensajero-Sal Terrae

Ciudad: Bilbao-Santander

Páginas: 208

XAVIER QUINZÁ LLEÒ, SJ | Existe una larga y rica tradición cristiana de acompañamiento espiritual. La transmisión de la experiencia, tanto humana como espiritual, se hace siempre desde posiciones asimétricas. El hombre o la mujer maduros, espirituales, son los que podrán iniciar al que comienza, según los principios de una sabiduría escondida que se nos ha ido revelando a maestros y maestras en la Iglesia desde siglos de cuidadosa reflexión y de atenta oración.

Lo original y plenamente logrado del libro que comentamos es que se trata de una aplicación práctica y exhaustiva del acompañamiento espiritual, siempre considerado desde la óptica del discípulo, es decir, del que es acompañado. De modo que sigue el mismo proceso de las cuestiones que se plantea el que se inicia en el acompañamiento espiritual.

Se explica lo que se entiende por acompañamiento espiritual, qué es lo que pretende y cómo lo logra. Después se muestran los distintos temas que deberán incluirse en la entrevista o diálogo espiritual. También se proporcionan claves para abordar el discernimiento de la propia vocación. Se hacen variadas sugerencias para llevar a la vida cotidiana lo tratado en el cara a cara y, por último, en un epílogo, se dan algunos fundamentos del acompañamiento y una relectura del mismo.

La primera condición para poder iniciar a otro en el camino del Espíritu es tener experiencia propia del modo de actuar de Dios. Conocimiento directo y personal de la acción de Dios en su propia carne, en su propio espíritu. El buen maestro o maestra en la vida del Espíritu es aquel o aquella que ha ido observando cuidadosamente lo que iba sucediendo en su interior y, poco a poco, va comenzando a tener algún conocimiento de su acción secreta en el alma.

Un elemento clave en las personas espirituales es el saberse conducidas por la mano providente del mismo Dios: conducidas suavemente por un Maestro interior que se muestra casi más en los acontecimientos de la vida que en la experiencia de oración. La práctica del examen, como oración de la vida, da muy bien cuenta de ello.

Dios se comunica no solamente mediante las mociones más o menos claras de la oración, sino que se descubre activo y laborante en todas las cosas que nos suceden a lo largo del día.

En la relación de acompañamiento espiritual se sitúa al discípulo en una cierta perspectiva vocacional. Situarnos en esta perspectiva es imprescindible si queremos acertar. El discernimiento vocacional cristiano se refiere a todo tipo de vocación, es decir, a todo cristiano que se plantea la vida como respuesta a una llamada concreta de Dios.

Lucha interior

Para ayudar a un creyente a dilucidar su propia vocación, se debe partir de una importante experiencia de confrontación personal con la propia sombra. No puede conducir a otro en la experiencia espiritual quien no ha tenido que emplearse en el combate con los diversos espíritus que nos acosan. Solo una persona experimentada en la lucha interior puede tener la suficiente audacia y habilidad para descubrir los engaños y para ayudar a librarse de ellos al que se le confía en el diálogo espiritual.

Hace falta guiar hacia una lectura atenta tanto al índice de progreso espiritual como a los estados que se provocan en el corazón. No se puede hacer una lectura simple, sino que deberá tener diversas lecturas, según las circunstancias y momentos. Lo que, en todo caso, resulta clave es caer en la cuenta de que el estado del corazón (el cómo se siente) no se puede identificar de inmediato con el estado real del corazón delante de Dios. Discernir la propia vocación es siempre una búsqueda de la propia llamada de Dios para nuestra vida.

Para comunicar a otro la Vida, hay que tener, sobre todo, un conocimiento genuino: el conocimiento del corazón. Este conocimiento es un don que se recibe, pero que también se adquiere con la práctica, y se ejercita con responsabilidad. Es muy frecuente entre los que nos animamos a acompañar a otros en la iniciación de la vida en el Espíritu la experiencia de acertar sin saber. Es la certeza, casi obvia, de que en la mayor parte de las ocasiones es Dios quien pone en nuestros labios las palabras oportunas.

Leer el corazón

El libro que estamos presentando nos pone sobre la pista de una verdadera disciplina que nos inicia en la capacidad de “leer y dejarse leer el corazón”. Aprender a revelar los pensamientos no es revelar los pecados, por lo que se debe distinguir claramente una cosa de la otra. Descubrir el interior no es descubrir la conciencia desde un punto de vista moral. Eso corresponde al ministerio de la reconciliación, y no al acompañamiento.

Revelar los pensamientos interiores es manifestar las mociones que en el alma se causan; es, asimismo, revelar los sentimientos que pueden ser objeto de engaño; y, por último, también los proyectos que vamos concibiendo de hacer el bien. A este camino de humildad y confianza rendida al Señor podríamos llamar, con verdad, la ascensión del corazón a Dios.

En resumen, el libro de Luis Mª García Domínguez revela una convicción profunda: que Dios nos escucha y está cerca de nosotros. El acompañamiento espiritual se sitúa en el movimiento dinámico de escucha y de respuesta. Es un diálogo de comunión en el que últimamente Dios se revela al corazón humano, de modo que todos debemos responder con docilidad desde nuestra propia vocación particular.

El creyente puede percibir a Dios, el que está presente y activo en toda la realidad, pero solo al final de un largo proceso de discernimiento y de purificación interior podemos señalar su amorosa presencia.

En el nº 2.788 de Vida Nueva.

Actualizado
10/02/2012 | 12:52
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