Un libro de Nina Mazzola y Beat Rusterholz (Sal Terrae, 2015). La recensión es de Fernando Cordero, SS.CC.
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Título: El discernimiento. Cómo leer los signos de la vida diaria
Autor: Henri J. M. Nouwen / Michael J. Christensen / Rebecca J. Laird
Editorial: Sal Terrae, 2014
Ciudad: Santander
Páginas: 272
FERNANDO CORDERO, SS.CC. | Henri J. M. Nouwen (1932-1996) es un maestro espiritual de nuestro tiempo. Este volumen completa la trilogía que presenta su distintivo enfoque sobre la contemplación, la comunidad y la compasión en el mundo, a través de la dirección espiritual, la formación espiritual y el discernimiento. El matrimonio formado por el profesor Michael J. Christensen, del consejo directivo de la Henri Nouwen Society, y Rebecca J. Laird, directora espiritual diplomada, ambos amigos personales del prestigioso presbítero, ha compilado el material que conforma esta obra, a partir de secciones inéditas de sus diarios de discernimiento escritos a lo largo de más de veinticinco años. Han entrelazado las aportaciones de Nouwen sobre el discernimiento, con fragmentos de lecciones que aprendió de Teresa de Jesús, Jean-Pierre de Caussade, Thomas Merton y Jean Vanier, sus místicos y santos preferidos.
El desaparecido sacerdote holandés situaba el discernimiento en un contexto tanto personal como comunitario, por lo que el libro está organizado con dicho enfoque en tres partes, condensadas y adaptadas a partir del corpus completo del autor. En la primera, se define el don y la práctica del discernimiento enraizado en la oración, la comunidad, la adoración y el ministerio. Invita a aceptar la lucha y a poner la confianza en Dios, sintiéndonos en medio de la oscuridad como personas amadas.
También distingue entre los espíritus de verdad y falsedad, con citas de Juan Clímaco, Teresa de Jesús y Juan de la Cruz. Resalta el apoyo de los santos, incluyendo la llamativa intercesión de una mujer paralítica llamada Marthe Robin.
La segunda parte contiene lo que aprendió Nouwen de Thomas Merton –cuyo centenario celebramos este año– en la lectura de las señales de la presencia de Dios: en la guía diaria de la Biblia, en la belleza de la naturaleza, en el prójimo, así como en los acontecimientos actuales y críticos de nuestra vida. Se han de escuchar los textos de la Palabra y de las lecturas espirituales al estilo de san Bernardo, con una lectura “desde el corazón”, “para devorar su verdad y preservarla en la memoria, del mismo modo que se come pan para sobrevivir” (p. 93).
Considera que la lengua materna de Dios es la naturaleza e invita a prestar atención a las personas con las que tropezamos. Se nos ofrecen algunas experiencias importantes que el autor tuvo con personas que le ayudaron a acercarse a Dios. Reconociendo que el tiempo de Dios es atemporal, propone discernir los signos de los tiempos y cómo los acontecimientos críticos o actuales pueden revelar propósitos divinos.
Descubrir la vocación
La parte principal del libro es la tercera, donde se nos muestra la espiritualidad del discernimiento y se pone a prueba la llamada para descubrir la vocación con algunas preguntas: ¿qué me llama Dios a hacer? ¿Adónde me llama Dios a ir? ¿Dónde debería estar? ¿Estoy llamado a vivir entre los pobres? En estas páginas se nos brinda la oportunidad de experimentar la presencia de Dios en el corazón humano a través del discernimiento, por ejemplo, en las decepciones y las dificultades vitales.
También nos regala una reflexión sobre los discípulos de Emaús, donde el Señor es el acompañante en el camino. Y nos emplaza a saber cuándo actuar, cuándo esperar y cuándo dejarse guiar de acuerdo con el tiempo divino, que es la finalidad del mismo. Nouwen tiene muy claro que el discernimiento ha de servir para tomar decisiones y actuar. Para que Dios hable, hemos de ser receptivos a sus llamadas y seguirle donde nos conduzca.
Con unos ejercicios para un discernimiento más profundo al final de cada capítulo, el libro supone una práctica ayuda para entender lo que Dios trata de decirnos hoy.
En el nº 2.933 de Vida Nueva
