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Dios que viene al hombre. I. Del duelo al desvelamiento de Dios


Una obra de Joseph Moingt (Ediciones Sígueme, 2008). La recensión es de Alfonso Novo.

Dios que viene al hombre. I. Del duelo al desvelamiento de Dios

Autor: Joseph Moingt

Edita: Ediciones Sígueme

Ciudad: Salamanca

Páginas: 512

(Alfonso Novo) Joseph Moingt, prolífico jesuita francés, que fuera durante casi treinta años director de la prestigiosa revista Recherches de Science Religieuse, nació en 1915. Tiene, por tanto, más de 90 años. A esta edad, con una lucidez envidiable, ofrece el fruto de su madurez teológica en una extensa obra que, en su original francés, ocupa tres volúmenes. El primero de ellos se divide, a su vez, en dos partes: el duelo y el desvelamiento de Dios.

Desde los comienzos de la modernidad ilustrada se ha ido eclipsando la idea de Dios y la religión como elemento estructurante de la sociedad. Ello puede provocar en muchos cristianos una postura de rechazo hacia la Ilustración, desde la trinchera nostálgica de una cristiandad pre-moderna. Por el contrario, para Moingt, el espíritu moderno no es la consecuencia lamentable del pensamiento de algún pernicioso filósofo, sino fruto de la emancipación del pensamiento, algo que no sólo es positivo, sino que puede verse como efecto del propio dinamismo del cristianismo, porque éste “llevaba en él la fuerza emancipadora de la razón y de la libertad”. La misión del cristianismo no es conservar adeptos o poder, sino “educar al ser humano con la mirada puesta en su emancipación”. Ello lo ha conseguido no por lo que tiene de religión -pues, en cuanto tal, también el cristianismo ha sido instrumento de opresión-, sino por lo que tiene de buena nueva, por la presencia del Espíritu, cuya acción no consiste en “imponer, ni prohibir, ni suplir nuestras carencias, sino despertar, orientar, fortalecer la libertad del creyente”.

Si ha habido una pérdida de Dios, “el Dios que ha muerto no es…, a pesar de su origen cristiano, el que se reveló en Jesús”; sino “el Dios de la religión y de la razón con el que la tradición cristiana había revestido al Dios de Jesús”. Tras esta constatación, se abre la segunda parte, que aborda la revelación cristiana, según la cual “Dios es Lo que acontece a Jesús y a nosotros, el Acontecimiento de la vida que sale de la muerte”.

El punto de partida de la teología de la revelación es la historia de Jesús. Con ello no se rechazan otros aspectos de la revelación, como la creación, las Escrituras o la encarnación; pero la revelación cristiana empieza por la experiencia de los discípulos que reconocieron la misión de Jesús y su persona como acontecimientos reveladores. De la enseñanza de Jesús se desprende la imagen de un Dios desacralizado, familiar, que se acerca a nosotros por encima de las barreras y los intermediarios que imponen las tradiciones religiosas. Es también un Dios que perdona, “sin discriminación de faltas ni de carácter étnico o religioso”.

La resurrección constituye “el fundamento y el centro de la fe en Jesús en cuanto revelador de Dios”. Es el acontecimiento escatológico, “la irrupción de los últimos tiempos en los que Dios viene a juzgar al mundo, instaurar su Reinado, manifestar su Gloria”. El carácter revelador de la muerte y la resurrección se comunicó a toda la vida de Jesús, la cual, a su vez, extendía a este acontecimiento su legibilidad histórica. La cristología concluye necesariamente con la mención del Espíritu, porque su venida es parte intrínseca del acontecimiento de la revelación y porque su acción conduce a la revelación a su término, que es la acogida de la fe.

La revelación se vuelve creíble a los que la reciben cuando adquiere sentido para ellos en el horizonte de su comprensión de la historia, que no es el mismo para todos los hombres de todos los tiempos. Por ello dedica un capítulo a la tradición de la fe, donde expone el proceso por el que el cristianismo se convirtió en religión, y cómo esto influyó en la formación de su idea de Dios. El surgimiento en nuestros tiempos de un nuevo horizonte de inteligibilidad de la fe exige también una nueva idea de Dios que ayude a desvelar lo que fue revelado en Jesús.

Un libro, en suma, iluminador, a la vez que desafiante, que ofrece una peculiar perspectiva sobre qué es el cristianismo y quién es el Dios en el que cree.

En el nº 2.648 de Vida Nueva.

Actualizado
08/02/2009 | 14:54
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