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De extraños a hermanos


Esta obra de Atilano Alaiz (Perpetuo Socorro, 2010), es recensionada por Francisco Armenteros.

De extraños a hermanos. La comunidad cristiana

Autor: Atilano Alaiz

Editorial: Perpetuo Socorro

Ciudad: Madrid

Páginas: 480

(Francisco Armenteros Montiel) Atilano Alaiz, religioso de la Congregación de los Misioneros Claretianos, escritor prolífico, lleva ya mucho tiempo ocupado, entre otras actividades, en animar a vivir en la Iglesia como familia, como comunidad, y no simplemente como un “agregado” de personas que siguen siendo “extrañas”, aunque vivan y celebren la misma fe. Ya en el año 1976, nuestro autor publicó una serie de reflexiones sobre la “trilogía: libertad, comunidad, amistad” (recogidas en el libro La amistad es una fiesta, Editorial Paulinas), en donde se refería, por ejemplo, a la “muchedumbre solitaria”.

Ahora escribe, con la claridad y la viveza que aportan la experiencia, un encendido elogio de la comunidad, que resulta comedido y convincente. En el fondo recuerda el concepto de “Iglesia como comunión” (koinonía), donde se pueda “con-vivir”, “com-partir”, “con-celebrar”, respetando “la unidad en la diversidad”; muestra también en estas páginas su simpatía por las “comunidades de base”, bien entendidas.

Hay que subrayar el sólido apoyo de la obra en textos de la Sagrada Escritura –“los eligió para que convivieran con él”–, en el Magisterio –incluidos los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI–, en teólogos y santos, entre ellos san Antonio María Claret. Es posible que a algunos lectores no les gusten determinados autores; es cuestión de ponerlos entre paréntesis y quedarse con el contenido de sus reflexiones.

Contiene, asimismo, esta voluminosa obra (consat de cerca de 500 páginas) una referencia gráfica a quienes están en el templo y “parecen jugar a las cuatro esquinas, a distanciarse lo más posible”, llegando de hecho, en algún caso, a alejarse para no tener que dar la paz a alguien con el que se encuentra enemistado.
El autor, sin citarlo, denuncia también el riesgo de caer en la tibieza.

De la comunidad ‘San Pablo’, a la que acompaña en Vigo, ofrece un dato que, en mi opinión, me resulta preocupante: sólo el 25% de los que la conforman son varones; ignoro si el autor tiene algo escrito, o comentado, al respecto.

En definitiva, estas páginas pueden resultar una ayuda –con fichas para la “reflexión, oración, diálogo y compromiso”– útil para todos aquellos que quieran “despertar la conciencia comunitaria de cristianos en búsqueda”, aunque no sea “obligatorio integrarse en un grupo”.

En el nº 2.732 de Vida Nueva.

Actualizado
03/12/2010 | 08:33
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