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‘Conversaciones con José Ignacio González Faus’


Un libro de Javier Vitoria (PPC, 2015). La recensión es de Jesús Martínez Gordo

Conversaciones con José Ignacio González Faus. A cargo de Javier Vitoria

Título: Conversaciones con José Ignacio González Faus

Autor: Javier Vitoria

Editorial: PPC, 2015

Ciudad: Madrid

Páginas: 242

JESÚS MARTÍNEZ GORDO | La editorial PPC inaugura con este libro una nueva colección en la que dos personas conversan sobre la actualidad y, de manera particular, sobre la vida y las aportaciones, en este caso, de José Ignacio González Faus, uno de los mejores teólogos de los últimos decenios.

La obra está estructurada en cuatro capítulos dedicados al “mester de teología”, a la Iglesia, a la Compañía de Jesús y al centro ‘Cristianismo y Justicia’. Lo cierra un apéndice sobre los primeros amores del teólogo valenciano afincado en Barcelona (“Del humor y el amor”).

El lector no se va a encontrar una autobiografía, aunque sí muchos datos biográficos de indudable valor. En cambio, sí se va a encontrar con el testimonio entrañable de quien, a sus 81 años, reconoce estar habitado por “la mirada cariñosa de un pesimista” (p. 9) o por un “pesimismo sereno”, compatible con la esperanza: es “pesimista, pero con esperanza. Porque esperanza sigo teniendo” (p. 178).

Y también con una persona que no ha renunciado a la empatía crítica, algo que se constata en su valoración, por ejemplo, de la Compañía de Jesús (“dicho con todo respeto, seguimos siendo una Orden de clase media”, p. 129) o de ESADE, una de las obras más emblemáticas de los jesuitas en Cataluña: cuando ve que aparece en las listas de las diez mejores escuelas de ejecutivos, se desazona. “ESADE no se fundó para formar ejecutivos, por lo tanto algo falla aquí” (pp. 112-113). Sin embargo, es una crítica que no le impide escuchar (y acoger) los argumentos “posibilistas” de los compañeros jesuitas que trabajan allí, ni tampoco reconocer que no todo está mal: un sobrino suyo no creyente, comenta, le ha manifestado en diferentes ocasiones su agradecimiento a esta institución porque, por lo menos, allí le han enseñado a no maltratar a las personas.

La perspectiva unitaria es otra de las características de su vida y de su obra: “No debe haber dualidad” entre mística y compromiso social profético; entre “experiencia espiritual, impacto de los sufrientes y rigor racional” (pp 66 y 136) o entre R. Tagore e I. Ellacuría. “Este mundo, confesará, está muy marcado por luces en la noche” (pp. 148-149). Es un mundo en el que Dios está “muy presente en su ausencia” (p. 205). Cuando se descuida esto, se tienen dificultades para encontrarle escondido en medio de las desgracias y miserias y para reconocer que dicho escondimiento es, “a la vez, una llamada” (p. 143).

Si es cierto que “llevo muy dentro de mí la inaccesibilidad de Dios”, también lo es que se le hace cercano en los que tienen hambre, en los que tienen sed de justicia, en quienes aman al hermano y al distinto y en quienes –como cantaba Labordeta– vuelven a empezar, a echar nuevas raíces, a pesar de ser “viejos árboles”. En ellos y con todos ellos percibe que “va Dios mismo en nuestro mismo caminar” (“Pequeñas aclaraciones”), en nuestro mismo volver a intentarlo. Por eso, por sorprendente que pueda parecer, también lo percibe con alegría y gozo: “Hay una felicidad que se consigue precisamente luchando contra la peste” (pp. 153 y 180), pese a estar habitado por el pesimismo y cargado de años.

No extraña, a la luz de estas consideraciones, que las cuestiones referidas a la economía y a la teología también tengan una gran relevancia en su vida y en su obra: “Jesús y los pobres hicieron que me metiera en economía” (p. 162). De ahí la urgencia de elaborar una teología que, sin dejar de dialogar con la filosofía y la cultura, lo haga, sobre todo, con la economía. En este diálogo se juega la significatividad de un Dios que, revelando su amor preferente por las víctimas y no tolerando el ídolo del dinero, anhela una alternativa radical: “No se trata solo de gestionar un sistema injusto, sino de pensar seriamente cómo se le puede sustituir” (p. 137).

Dios y el dinero

El ateísmo (y la manera de afrontarlo) es otro apartado con entidad propia: “Yo no puedo criticar lo de fuera si no critico lo de dentro” (p. 67). Un criterio acompañado de un oportuno toque de atención: hay quien dice, cuando abandona la fe, que “todo lo demás sigue igual, yo estoy comprometido, etc. Pero luego pasa el tiempo y eso se esfuma” (p. 151). Y se esfuma en una preocupante dirección: “Cuando desaparece Dios, su lugar lo ocupa el dinero” (p. 153).

En una aportación de este alcance, es ineludible la referencia a su cristología. Puede sorprender la valoración que le merece, en comparación con su otra gran obra: “Personalmente, creo que Proyecto de hermano es mejor obra que la Cristología” (p. 30). Probablemente, porque en ella se puede apreciar, con particular claridad, que “Dios hace haciendo que hagamos” (p. 105) e implicándonos en tareas que quizá Él quiere y que nosotros no queremos hacerlas. Y al revés. Percatarse y asumir esto da mucha serenidad. Tanta como para confesar que si algún día desapareciera el centro ‘Cristianismo y Justicia’, tendría que aceptar que, a veces, como pasa en la película El puente sobre el río Kwai, “construyes tu puente, y cuando ya lo tienes construido, te obligan a destruirlo. Pero el Reino es de Dios, y no nuestro” (p. 142).

Finalmente, la inquietante cuestión de la muerte. La vida es un “embarazo consciente” (p. 180): hay pequeños momentos en los que uno descubre “un sabor de eternidad, una chispa, un parpadeo de eternidad” (p. 181) que tienen que estar en algún lado. Y, a pesar de que nuestra historia sea el “embarazo de un feto malformado”, no se puede olvidar que “la revelación de Jesús, lo que viene a decir es que Dios intenta salvar a este feto de la humanidad global, en lugar de abortarlo” (p. 192). Por eso, quien se empeñe en dicha tarea, aunque no sea creyente, conviene que sepa que “ante Dios pesa más un gramo de gracia que una tonelada de pecado” (p. 232).

En el nº 2.942 de Vida Nueva

Actualizado
22/05/2015 | 04:09
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