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Carmen Vela: “Necesitamos la paz de Dios, que el mundo no puede darnos”


Autora de Rastro de Dios (EDICEL)

Carmen Vela, autora de Rastro de Dios

J. L. CELADA | Carmen Vela Olias es una madre de familia valenciana que trabaja como auxiliar de enfermería, aunque “lamentablemente sin continuidad”, uniéndose así al “gran colectivo de población que se encuentra en estas mismas circunstancias”. Una situación de precariedad laboral que ha encontrado ahora un luminoso contrapunto en la reciente publicación de Rastro de Dios (Edicel, C.B.C.), su primera obra, un pequeño libro de apenas un centenar de páginas por el que “me siento feliz –confiesa– y doy gracias a Dios por ello”.

– ¿Qué es Rastro de Dios? ¿De dónde nace la idea?

– Todo empezó un verano, hace exactamente nueve años, rodeada del cálido paisaje mediterráneo. Fue allí donde empezaron a cobrar vida los primeros relatos. Simplemente, me dejé llevar por las sensaciones. Luego, sucedieron los siguientes. Cómo no mostrar sensibilidad ante el cambio climático, el aborto, la vejez, la educación en valores, el despertar espiritual…; al igual que la gaviota, seguí la voz interior. Así surgió Rastro de Dios.Rastro de Dios, Carmen Vela, EDICEL

– Las historias que aquí recoge y comparte con el lector invitan a encontrar las huellas divinas en los acontecimientos más cotidianos, pero ¿cómo descubrirlas en una sociedad que parece empeñada en borrarlas?

– La bondad, la caridad, el amor, son cualidades que todos tenemos. Vivir en el mundo, con todos los acontecimientos que nos desbordan, con nuestras preocupaciones, sufrimientos, debilidades humanas, muchas veces no nos deja ver más allá de la realidad que estamos viviendo, sin pararnos por momentos a pensar que Dios está ahí, que camina a nuestro lado y se manifiesta de muchas formas; es a través de las personas como actúa, es Él quien obra el milagro en todos nosotros. Quizás ha llegado el momento de correr el velo que no nos deja ver la luz, ayudar a aquellos que necesitan desprenderse de él, a valorar y amar todo lo que nos rodea, aprendiendo también de la adversidad, cuya finalidad principal es fortalecer nuestro espíritu.

– La defensa de la vida, del medio ambiente o de una vejez digna son algunos de los aspectos en los que se detiene en estas páginas. ¿Echa de menos un mayor compromiso de los cristianos en estos ámbitos?

– Aquí nos debemos incluir todos, yo la primera. Si hay algo que los demás pueden aprender de nosotros, es del buen ejemplo. No hace falta complicarse mucho la vida; todos tenemos personas mayores a nuestro lado a quien poder ayudar; todos podemos, igualmente, contribuir a nuestra manera a la salvación del planeta. Defender con idénticas fuerzas la vida humana es, asimismo, un derecho que todos tenemos.

– La mayoría de sus relatos se cierran con una pequeña reflexión, que es una invitación a la pausa, el silencio, la oración… ¿De qué andamos hoy más necesitados?

– De la paz de Dios, ya que el mundo no puede darla. Si todos fuésemos personas de paz, nuestro mundo estaría en paz. Educar a los niños en la paz y en el amor es una tarea muy delicada, que debe empezar en la familia. Educar en valores, acercarlos sin temores al conocimiento de Dios, es un trabajo común que requiere del compromiso de todos.

En el nº 2.837 de Vida Nueva.

Actualizado
22/02/2013 | 00:45
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