Obra que obliga a meditar sobre la visión del matrimonio en el Antiguo Testamento
Obra del estudioso de la Biblia Carlos Granados, recesión de Xabier Pikaza.
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Título: El camino del hombre por la mujer. El matrimonio en el Antiguo Testamento
Autor: Carlos Granados
Editorial: Verbo Divino, 2014
Ciudad: Estella
Páginas: 190
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XABIER PIKAZA | Libro muy oportuno, que nos permite responder a la primera pregunta del documento preparatorio para el Sínodo de Obispos sobre la Familia acerca del “conocimiento de las enseñanzas de la Biblia sobre la familia”.
Libro extraordinario, pues estudia con gran precisión el matrimonio en el Antiguo Testamento (AT). Su autor, Carlos Granados (Madrid, 1974), doctorado en Escritura por el Bíblico (Roma), enseña en San Dámaso (Madrid) y es director de la BAC. Con un gesto que le honra, no ha publicado este libro en su editorial, sino en Verbo Divino, que lo ha incluido con honor en su catálogo.
Este libro rompe los cánones normales de exégesis y teología. No es tradicional, ni avanzado, sino simplemente riguroso y docto, aunque a veces desconcierta y descoloca, siempre con razones, para que sigamos estudiando el tema. Tiene la cortesía de ser claro, y así dice que su lectura está hecha desde el Nuevo Testamento (NT), que da forma, pero no deforma la aportación del AT (pág. 12), que, bien leído, defiende siempre un matrimonio monogámico, abierto a la fecundidad (prole), como signo de la alianza entre Dios y el pueblo (Israel).
Granados supone que la diferencia sexual constituye el tema clave de nuestro tiempo, y así la estudia aplicando al AT una visión de P. Donati (La familia, raíz de la sociedad, BAC, Madrid, 2013):
Masculino es todo lo que tiene la característica de penetrar, de una fuerza que rompe la circularidad, de lo que da impulso, de lo que conduce a focalizarse en un objeto preciso (una elección, una obligación determinada y circunscrita)… Femenino es todo lo que tiene la característica de envolver, de prestar atención al objeto en sus relaciones con el resto del mundo… Diversamente de la linealidad penetrante propia de lo masculino, lo femenino es relacional, es decir, circular y conectivo.
Por tres veces aporta esa cita de Donati (págs. 37, 150 y 174), y la confirma siguiendo a G. von le Fort, quien define a la mujer (La mujer eterna, Rialp, Madrid, 1965) por el velo, como ser aparentemente invisible pero determinante (pag. 149). Así titula el libro (con Prov 30, 18-19) como paso/camino activo del hombre por la mujer receptiva/redonda. Pero esa visión no está probada (ni es probable, a mi juicio), y no debería determinar una investigación académico-pastoral tan buena como esta.
Tres buenas razones
De todas formas, afortunadamente, pese a ese “supuesto” y al intento de “cristianizar” el matrimonio del AT, este libro es muy bueno:
- 1) Buena es la forma en que el autor vincula la visión “narrativa” del matrimonio en Gen 1-2 con la profética de Oseas-Jeremías-Ezequiel… (alianza/matrimonio Dios-Israel) y con la sapiencial (Dios femenino), superando así un tratamiento legalista del tema. Especialmente reveladora es la relación que establece entre el monoteísmo esponsal profético y la monogamia matrimonial, como historia de fidelidad.
- 2) Luminosa es su forma de presentar la unión/diferencia sexual humana (Gen 1-2) como novedad absoluta frente a los animales e imagen de un Dios que crea trazando diferencias, para vincularse con lo diferente. Muy valiosa es su lectura de Mal 2, 10-16, texto de rara y difícil comprensión, mostrando que el Dios bíblico rechaza y condena un tipo de divorcio (como hace Dt 24, 1-4, con su defensa del vínculo matrimonial).
- 3) Gozosas y llenas de enseñanza resultan las páginas dedicadas al Cantar de los Cantares, en las que resalta el deleite dual del amor enamorado, pero insistiendo también en el signo de la madre y en la referencia esponsal y procreadora de la “casa” de los amantes. En esa línea avanzan sus reflexiones sobre Prov 30, 18-19, que tratan del “camino del hombre por la mujer”, como reza el título.
Por esas y otras razones recomiendo este libro, preciosamente editado, para quienes quieran comprender el matrimonio en línea de Biblia y Magisterio eclesial. Por oficio y vocación, he leído muchos trabajos sobre el tema, y quizá ninguno me ha enseñado tanto como este, y así debo decirlo.
Pero lo hago, como suele ser en una recensión, con ciertas reservas, pidiendo a los lectores que valoren ellos mismos los temas, de manera que sean capaces de discernir críticamente las aportaciones del libro:
- 1) La visión matrimonial que descubre y propone Granados es buena, pero quizá no la única, ni su comprensión de la mujer es definitiva, ni el presupuesto de monogamia en el AT tan claro como él supone. ¿Por qué desvalorizar a Agar, si Dios habla con ella y no con Sara? ¿Por qué no evocar las relaciones polígamas de Jacob o de David?
- 2) Su visión del hombre/mujer (con Donati) es poco bíblica, y corre el riesgo de desembocar en la supremacía del varón, en una línea más “biologista” que personalista (como parece indicar el título). Sus aportaciones hubieran sido más ricas y abiertas al NT (a textos como Mc 10, 1-12 o Gal 3, 28) si él hubiera tomado como clave una visión histórica y personalista del AT.
- 3) Granados deja al margen amplias parcelas del AT, como los textos que imponen el rechazo/divorcio de las extranjeras (Esdras-Nehemías), que permitiría entender mejor los valores y límites de Mal 2, 10-16.
En conclusión, la visión del matrimonio bíblico (AT) me parece más compleja y escandalosa, más hiriente y rica de lo que aquí se supone. Este libro es muy bueno, por lo que dice y evoca (¡muchísimo!), pero en algún momento resulta más apologético que crítico, tomando la Biblia como identitas salutis, no como historia salutis.
Pero aun así lo recomiendo, pues nos obliga a pensar y avanzar, como quiere la Comisión para el Sínodo de los Obispos. Por esta y por otras obras, Granados es una promesa cierta del estudio de la Biblia en España, y así lo descubrirán sus lectores.
En el nº 2.895 de Vida Nueva
