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Buena Nueva, aquí y ahora


Este espléndido tratado de conjunto sobre la felicidad cristiana no es una teología definitiva sobre el tema, pero ha empezado a recorrer el buen camino

Recensión de Xabier Pikaza sobre la obra de Ernesto Jesús Brotóns Tena Dios y la felicidad. Historia y teología de una relación (Secretariado Trinitario, 2013).

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Título: Dios y la felicidad. Historia y teología de una relación

Autor: Ernesto Jesús Brotóns Tena

Editorial: Secretariado Trinitario, 2013

Ciudad: Salamanca

Páginas: 812

XABIER PIKAZA | Esta es, quizá, la obra más importante en castellano (y otras lenguas) sobre la teología de la felicidad. Su autor, E. Brotóns, profesor y director del CRETA (Centro Regional de Estudios Teológicos de Aragón), preparó y defendió conmigo, en la Pontificia de Salamanca, una extraordinaria tesis doctoral titulada Felicidad y Trinidad a la luz del De Trinitate de San Agustín (Salamanca, 2003). Ya entonces, pensó (pensamos) que sería bueno recoger algunas de sus aportaciones y reelaborarlas para un público más amplio.

Pero los años han pasado y, en vez de condensar aquella obra, Brotóns ha decidido escribir partiendo de ella este espléndido tratado de conjunto sobre la felicidad cristiana. Yo hubiera cambiado su título, poniendo simplemente Teología de la Felicidad (quizá con un subtítulo), pues de ella trata el libro; pues felicidad no es un motivo secundario, sino un tema troncal del pensamiento y la vida cristiana.

Y, así como otros han escrito una teología de la liberación o de las realidades terrestres, se puede elaborar –y Brotóns ha elaborado– una espléndida teología de la felicidad, partiendo de la promesa (AT) y del Evangelio (NT), mostrando cómo Dios es Felicidad para los hombres, y los hombres han sido creados en Cristo para la bienaventuranza. Esta es quizá la mejor definición de Dios: Felicidad para los hombres, Evangelio (Buena Nueva), no en otro lugar, en otro planeta, ni tampoco más allá o después, sino en esta misma vida, en contra de quienes han querido convertirle en pura “ley”, absoluto metafísico o mentiroso dis-angelio (como pensaba Nietzsche).

Abriendo un camino en la experiencia cristiana, revelando a Dios como Felicidad, desde el AT y el NT, pasando por la gran teología (representada por Agustín) y superando un tipo de secularización antiteísta de la felicidad antidivina, Brotóns ha realizado un ingente servicio, no solo a la gran teología académica, sino a la visión más honda de la realidad cristiana.

La base sigue siendo la antigua tesis doctoral, donde realizaba un análisis semántico, sociológico, histórico, filosófico y teológico de la felicidad desde san Agustín. Pero este libro es mucho más que un desarrollo del anterior. Nuevo y esencial es su estudio de la felicidad en el pensamiento clásico de Grecia y Roma y, sobre todo, su análisis más hondo del AT y el NT, con el pensamiento posterior de la cristiandad antigua.

En esa línea, durante muchos siglos, ha podido parecer que la felicidad era un monopolio de la fe cristiana. Pero, a partir de la Edad Moderna, se ha dado una intensa secularización, con su aspecto positivo y negativo:

  • Resulta positivo el redescubrimiento del valor humano de la felicidad, vinculada al despliegue de la naturaleza y de la vida humana.
  • Negativo el intento de crear una felicidad sin referencia a lo divino, corriendo el riesgo de banalizarla y convertirla en objeto del mercado de consumo.

 

Vida colmada

Buena parte de la modernidad ha buscado y obtenido una felicidad “débil” y manipulada por los poderes fácticos, en especial por el dinero, un bienestar de compra/venta, que termina dejando a gran parte de los hombres en manos de su propia desventura, o de nuevos charlatanes y curanderos baratos de hetero o auto-ayuda.

Pues bien, en esa situación, para superar esta crisis moderna de intenso vacío y desencanto, Brotóns propone un camino de retorno a las raíces de la vida, recreadas por Jesús, elaborando un espléndido programa de recuperación y creación de felicidad, en clave humanista y cristiana. Escrito con ese fin, este trabajo no es solo un estudio teórico (que lo es), sino un manifiesto práctico de vida colmada, pues –parafraseando una tesis muchas veces repetida– el hombre del siglo XXI deberá aprender felicidad o no será (se destruirá a sí mismo).

Desde ese fondo propone Brotóns una teoría y pastoral cristiana de felicidad, aplicada sobre todo en ambientes universitarios y de militantes cristianos. No existe –que yo sepa– ningún otro trabajo de su hondura. Estas son sus novedades principales:

  • 1. Brotóns vincula explícitamente el deseo humano de felicidad y la confesión de una Alteridad fundante y beatificante. La felicidad viene del “otro” y en concreto del Dios que nos ha hecho (para ser) felices sobre fatalidad y destino, encarnándose en Jesús, para ofrecer y compartir con nosotros, de un modo gratuito, su propia felicidad divina (¡en la carne!).
  • 2. La economía trinitaria es un despliegue de felicidad. El Dios en sí feliz se revela para hacer felices a los hombres. En este sentido, la vida humana se define como experiencia y despliegue de felicidad, pues, si no fueran felices los hombres, se negarían a vivir.
  • 3. La Trinidad es una senda beatificante, pues el mismo Dios se ha encarnado (Jn 1, 14) para ser feliz en y con los hombres. En esa línea, el cristianismo va en contra de todo planteamiento maniqueísta, afirmando la bondad de lo creado y rechazando todo desprecio del mundo y todo masoquismo victimista.

Ciertamente, Brotóns no ha respondido a todas las preguntas, ni ha elaborado (por ahora) una teología definitiva de la felicidad, pero ha empezado a recorrer el buen camino. Siguen abiertas al fin de su obra muchas preguntas sobre el aspecto receptivo y activo de la felicidad, sobre su relación con la cruz (en amor) y con la riqueza, en un mundo de pobres.

Queda la pregunta por la Iglesia como “experimento” de felicidad, con otros muchos temas y cuestiones, pero las fundamentales han sido ya planteadas. Once años atrás, cuando Brotóns publicó su tesis, le pedí que escribiera un breve Evangelio de la Felicidad. Él ha respondido con esta Teología de la Felicidad, que recibo con gran gozo y así la recomiendo. Pero creo que ha llegado la hora de que él escriba su Evangelio de la Felicidad.

En el nº 2.989 de Vida Nueva

Actualizado
13/06/2014 | 07:00
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