Libros

Años luz


En ‘El revés de la trama’: James Salter (Salamandra, 2013). La recensión es de Javier Morales

Años luz, James Salter, Salamandra

Título: Años luz

Autor: James Salter

Editorial: Salamandra, 2013

Ciudad: Barcelona

Páginas: 384

JAVIER MORALES | La editorial Salamadra ha tenido el buen acierto de reeditar Años luz, de James Salter, tal vez la obra maestra de uno de los grandes narradores norteamericanos vivos. Autor de varias novelas, guiones para cine, una autobiografía deslumbrante (Quemar los días) y un par de libros de relatos (uno de ellos, La última noche, debería figurar en cualquier antología que se precie), considerado un escritor de culto, Salter acaba de publicar en los Estados Unidos That is all, su última novela y, de momento, ha recibido excelentes críticas en su país.

Inspirada en la relación de una pareja a lo largo de los años, íntimos amigos de Salter, cuando apareció Años luz, en los años 60, las críticas se dividieron entre las elogiosas y las que la vapuleaban sin remordimientos. Apenas se vendieron ochocientos ejemplares, y Salter, hundido, se consoló en la comprensión y el apoyo de sus incondicionales. Esos fueron los efectos literarios, porque los humanos llegaron más lejos. El matrimonio Rosenthal, los amigos que sirvieron de modelo a Salter, se divorciaron, y el propio Salter no tardó en separarse de su esposa.

La prosa de Salter, como una piedra tallada concienzudamente, o un lienzo impresionista, donde uno deba reposar la mirada en cada escena durante minutos, me ha obligado a leerla con calma, como si tuviera todo el tiempo del mundo por delante para saborear cada una de sus frases. Las escenas se van grabando en nuestro corazón. Sabemos que en el de Salter, cuando escribe, habita un pequeño trozo de hielo, como pedía su admirado Graham Green.

La historia va más allá de la relación entre el matrimonio formado por Viri y Nedra, de su familia, de su declive. Es una radiografía de la vida, del miedo al envejecimiento, al fracaso y al triunfo, a rodearse de cosas bonitas que duran apenas un instante en la quemazón de los días.

La literatura de Salter no es fácil. Y no por la complejidad de las tramas o porque las construcciones sean imposibles. Al revés. La dificultad deriva en que el maestro es capaz de lanzarnos hacia aguas turbias, donde, a veces, el reflejo que obtenemos nos empaña el alma.

En el nº 2.877 de Vida Nueva.

Actualizado
09/01/2014 | 21:33
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