Editorial

Vuelve monseñor Romero

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EDITORIAL VIDA NUEVA | Vuelve a nuestra memoria, en el 31º aniversario de su muerte, el arzobispo de San Salvador, Óscar Arnulfo Romero, o simplemente, monseñor Romero, como se le conoce popularmente. No es una efeméride cualquiera, y sí un día para recordar la valentía y el testimonio de un hombre de Dios. Un revolucionario, si llaman ir contracorriente a defender la dignidad del hombre, a su Iglesia, y a poner voz a los que las armas silenciaban. La vida, las palabras y las obras de este obispo pobre y de un país pobre nos interpelan hoy y son luz para los numerosos problemas que vive la humanidad: guerra, crisis económica, explotación de personas, esclavitud sexual…

Quién no recuerda apelaciones como las que hizo al Ejército salvadoreño (“ningún soldado está obligado a cumplir una orden en contra de una ley de Dios”), su opción constante por los más pobres o la denuncia de la injusticia y la opresión. Nunca le preocupó ser juzgado, maltratado o asesinado; no le importó dar la vida. Y lo hizo en el momento más importante de su vida, en la Eucaristía, de donde tomaba la energía que le hacía tan combativo, tan valiente.

Monseñor Romero vuelve, y vuelve para quedarse… con su testimonio, con sus recetas para un mundo mejor, con el anuncio de un Dios vivo que ha venido para descender hasta lo más hondo, para consolar al que sufre. Hacen falta hoy pastores como Óscar Romero, que sean libres y valientes para evangelizar, o lo que es lo mismo, para ser la voz que viene del Cielo y que denuncia el pecado, la injusticia, la muerte, la explotación, las vejaciones, el desprecio, el egoísmo… y que anuncia que la promesa divina de una vida futura feliz puede empezar a cumplirse en esta tierra tan imperfecta.

Por eso, el aniversario de su muerte –el pasado 24 de marzo– no fue, ni es, un día más. Fue el día en el que monseñor Romero volvió a hablar con su testimonio. El que tenga oídos, que oiga. Y que sea pronto beatificado.

En el nº 2.748 de Vida Nueva (del 2 al 8 de abril de 2011).

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