Editorial de la revista ante la Asamblea de Obispos sobre la Familia
EDITORIAL VIDA NUEVA | El Sínodo de los Obispos sobre la familia está en marcha. Francisco ha establecido unas reglas de juego para que este mes no caiga en saco roto ni se pierda en debates estériles. Coraje apostólico para no acomodarse, humildad evangélica para acoger las aportaciones de los demás y oración confiada para escuchar la voz de Dios son las máximas que expuso en la primera Congregación General ante los 270 padres sinodales.
- Francisco advierte que el Sínodo “no es un parlamento ni un congreso”
- El Papa aclara que “la doctrina católica sobre el matrimonio no está en cuestión”
- Sí a la serenidad y confianza; no a las “teorías de la conspiración”
- ESPECIAL: Sínodo de la Familia 2015
A estas guías de trabajo las ha acompañado un mensaje directo reiterado en sus tres primeras intervenciones: certificar la indisolubilidad del matrimonio para sacar fuera del debate la cuestión de los divorciados vueltos a casar. Con la promulgación de los motus proprios sobre las nulidades se anticipó al Sínodo dando soluciones factibles desde una profunda y necesaria reforma legalislativa, aunque algunos se empeñaran en disfrazarlo del divorcio católico.
La insistencia del Papa para zanjar la cuestión se torna en tirón de orejas a quienes en los últimos meses –e incluso días– han jugado a la sospecha de la autoridad papal a través de ciclos de conferencias, libros y entrevistas varias. Para que puedan respirar tranquilos y centrarse en los desafíos urgentes a los que se enfrentan las familias y la Iglesia tanto en Vitoria como en Abuya, el Papa despeja los fantasmas y también el camino.
El discernimiento ignaciano le ha hecho adelantarse a estas pretensiones para marcar la agenda hacia problemas que ya comienzan a aflorar en las intervenciones de los padres sinodales: la urgencia de una formación previa y posterior al sacramento del matrimonio, reforzar el compromiso contra la violencia a las mujeres… Frente a la obsesión por anclar los puntos cardinales doctrinales, Francisco apuesta por caminar hacia una misericordia sin cicaterías, frente a los grupos de presión que limitan la acogida.
Como revela Vida Nueva, el nuevo formato de participación de este Sínodo permitirá que el debate sea más sereno y libre, y por tanto más productivo. Los círculos menores, en los que se reúnen los padres sinodales por idioma, han adquirido peso y voz, pues pasan de ocho a trece reuniones. Esto agilizará el planteamiento de propuestas para que den un salto de una teoría de la familia potencial perfecta a un acompañamiento certero a la realidad familiar dentro y fuera de la Iglesia.
Para llegar a esa gran masa de jóvenes que han decidido no casarse, ni por lo religioso ni por lo civil. Para acercarse a quienes se han sentido excluidos de la Iglesia, como las madres solteras o la paternidad homosexual. Para mirar de frente las dificultades para educar en la fe o sacar adelante un hogar cuando no hay un empleo digno. Para reforzarse como voz de denuncia ante las familias excluidas y perseguidas en todo el planeta.
El Sínodo será o no un éxito en la medida en que los padres sinodales asuman el coraje, la humildad y la oración que pide el Papa en estos círculos menores. Solo desde el diálogo, desde las ideas encontradas y –por qué no– desde los desencuentros dialécticos alejados de las trincheras, nacerá una pastoral familiar que no presente el modelo cristiano como algo anacrónico, sino como un plan de vida atractivo frente al individualismo del mundo.
En el nº 2.959 de Vida Nueva. Del 10 al 16 de octubre de 2015
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