EDITORIAL VIDA NUEVA | No suele pasar desapercibido el discurso que, al comienzo del año, ofrece el Papa a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede. Tampoco en esta ocasión. Y no porque hubiese alguna novedad sobresaliente. De hecho, Benedicto XVI aludió a cuestiones que forman parte del ADN del cristianismo, como la protección de la vida, la familia, la educación, la libertad religiosa…
Sin embargo, lo más notorio fue, una vez más, su alusión a la crisis internacional y a la grave incertidumbre que genera en tantos ámbitos. Frente a la parálisis de la comunidad internacional, al sálvese quien pueda, pidió reflexionar para dotarse de nuevas reglas que aseguren a todos una vida digna en bien de toda la comunidad.
En el nº 2.784 de Vida Nueva. Del 14 al 20 de enero de 2012
