Editorial

Pronósticos de año nuevo

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Amanece el nuevo año con la portada de Time que proclama a Francisco como el hombre del año 2013. Al hecho, le hizo la oficina de prensa del Vaticano la siguiente lectura: “es una señal positiva que así se reconozca a alguien que anuncia valores espirituales”. Otras veces el hombre del año ha sido un deportista o un guerrero o un revolucionario; alguna vez fue alguien del espectáculo o un jefe de Estado. Si se entiende que ese personaje se elige por el impacto que ha hecho sobre la opinión mundial y porque, desde esa opinión, se lo ha visto como alguien significativo para el mundo, el papa Francisco ha sido descubierto por el mundo como una esperanza o como expresión de lo mejor que  pudo pasarle a la humanidad en el 2013.

Simultáneamente con ese hecho se produjo en la opinión mundial la elocuente reacción por la muerte del expresidente surafricano Nelson Mandela. Los presidentes que se reunieron en su funeral fueron una clara expresión del sentimiento mundial de admiración y aplauso al líder africano reconocido por su tarea de reconciliación entre las opuestas facciones en que se había dividido la nación surafricana. No se mencionaron sus logros económicos (el más alto PIB de África) ni su éxito político; de Mandela el mundo destacó como conquista digna de admiración universal, ese valor espiritual de la reconciliación entre sus compatriotas.

Coincidencia significativa y esperanzadora de un triunfo del espíritu en la portada de Time y en la reacción mundial por la muerte del africano.

Al mismo tiempo se conocía el drama de las religiosas del monasterio greco-ortodoxo de Santa Tecla en Maalula, Siria, sacadas a la fuerza y expulsadas por hombres armados que, al parecer, continuaban la tarea de “limpieza étnica de cristianos” que denunció en la última parte del año pasado la Human Rights Watch. Se refería la organización internacional a la tarea que se ha impuesto la Brigada Faruq, cercana a Al Qaeda, de ir de casa en casa  por los barrios cristianos de Damasco, notificando a los cristianos  para que salgan de la ciudad y del país. Así han expulsado al 90% de los cristianos. Tal fue uno de los hechos que marcaron al 2013 y que signará la agenda del 2014 en Siria. The Economist registró este fenómeno de persecución religiosa y advirtió a la opinión mundial: “la fe más seguida en el mundo está acumulando perseguidores”.

Las referencias papales a este hecho con todas las marcas de lo anacrónico, indican que el apoyo a estos cristianos perseguidos, será una de las tareas de 2014. El año que comienza transcurrirá, pues, bajo la señal de estos cristianos perseguidos en la Iglesia de Siria.

También estará marcado el calendario por la canonización del papa Juan Pablo II, el 27 de abril. Desde el día de su muerte comenzó la presión de los feligreses de a pie que reclamaron un lugar en el santoral para el Papa polaco. Fue inevitable recordar aquellas manifestaciones populares de los primeros años de la Iglesia, cuando no existían ni la Congregación para las causas de los santos, ni sus exigentes protocolos, porque era suficiente ese consenso del pueblo de Dios sobre la vida ejemplar y santa de uno de los suyos, demostrada en el martirio.

También será 2014 un año en el que el papa Francisco continuará las tareas de renovación. Al celebrar sus últimas reuniones el G-8, ese grupo de 8 cardenales que asesoran al Papa para el gobierno de la Iglesia, anunció la continuación en este nuevo año de los trabajos de preparación de una nueva constitución, tras el examen minucioso de los dicasterios de la Curia  romana. Estos organismos se han regido por una Constitución Apostólica, la Pastor Bonus que ha sido revisada por los 8 consejeros papales; es de esperarse, por tanto, que 2014 será el año de la nueva curia romana, diseñada a imagen y semejanza del deber ser que el papa Francisco ha venido mostrando desde el primer día de su pontificado.

Los medios de comunicación que registran esas actividades, que hacen eco a sus palabras, convertidas por ellos en buenas noticias, sorprendidos y felices lo acompañan en esa campaña renovadora.

Pero 2014 será, sobre todo, el año de la aplicación de la Evangelii Gaudium, ese documento programático que ha sorprendido al mundo. Cuanto ha dicho y hecho el Papa con el aplauso y satisfacción universales, aparece en esta Exhortación Apostólica como un programa.

Significativamente coinciden las imágenes utilizadas por Francisco con la de Juan XXIII. Este hablaba de abrir las puertas y ventanas para que en vez del aire rancio detenido en el interior de la Iglesia, circulara, fresco, el aire nuevo del Espíritu. Hoy Francisco también propone una Iglesia de puertas abiertas: “La Iglesia no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas”.

Esa Iglesia en salida es la que aparece con la autoridad moral para decirle al mundo que la idolatría del dinero y la economía de la exclusión lo deshumanizan hasta el punto de opacar el brillo de sus adelantos tecnológicos y científicos. Los especialistas han subrayado, además, las citas de las conferencias episcopales del mundo, una manera de dejar atrás el centralismo vaticano para desplazar el poder eclesiástico hacia la periferia, otra de las líneas de gobierno que el Papa está trazando.

Y así como ha insistido en dar por liquidada esa imagen de la Iglesia que juzga y condena, para ablandar su ceño y reemplazarlo por el gesto de acogida y de ternura, desde su título esta Exhortación Apostólica desnuda su intención. Habla de la alegría del Evangelio y del descubrimiento de la buena noticia, para reemplazar, ojalá definitivamente, a los profetas de calamidades, especialistas en anuncios de catástrofes.

2014 verá, pues, la progresiva y firme aparición de esta Iglesia anunciada en la Evangeliii Gaudium. Es la Iglesia de siempre, solo que ahora sin los velos y neblinas que ocultaban su esplendor.