EDITORIAL VIDA NUEVA | Pena de muerte encubierta. Así, sin medias tintas, considera el Papa las penas de cadena perpetua, e igual de “inadmisible” que la pena capital, como se lee en la carta que dirigió a la Comisión Internacional Contra la Pena de Muerte el viernes 20 de marzo.
Para Francisco, estas condenas, que imposibilitan que los reos puedan siquiera imaginar un futuro en libertad, intentan también, en el fondo, “privarlos de la esperanza”.
De esta misma opinión son los grupos cristianos que en España se han opuesto a la reforma del Código Penal impulsada por el PP, y en donde se introduce la pena de prisión permanente revisable para una serie de delitos, como los de terrorismo, asesinato de menores o agresiones sexuales, entre otros. Para ellos, la medida, además de ser electoralista e inconstitucional, es contraria al ideal cristiano de una justicia reconciliadora, en donde las penas brinden la posibilidad de que los presos puedan redimirse.
En el nº 2.935 de Vida Nueva
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