Editorial

Pastoral televisiva de primer anuncio

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EDITORIAL VIDA NUEVA | La llamada a salir a las periferias se extiende a todos los campos, incluidos los medios de comunicación. Es la invitación que aceptaron tres congregaciones religiosas para participar en el programa de televisión Quiero ser monja.

Al margen de lo pretencioso del título, en tanto que un proceso vocacional no se reduce a seis semanas, el reality ha ido más allá de una experiencia de fe para cinco jóvenes. Se ha revelado como una jornada de puertas abiertas de los conventos al millón de espectadores que lo han seguido cada semana. Esta ventana de telerrealidad, con sus debilidades, no ha sido ni ha pretendido representar a toda la vida consagrada, en tanto que la televisión siempre parcela todo lo que muestra, no solo lo eclesial.

Sin embargo, sí se ha convertido en una inédita pastoral de primer anuncio para una ciudadanía que no pisa las parroquias, que no ha conversado nunca con una religiosa ni sabe de su entrega a la misión y a la oración. Este millón de personas han recibido una catequesis en TDT sobre la alegría, la humildad y la sencillez de una opción vital, pero sobre todo han conocido a las personas que la encarnan. Una fórmula de “hacer lío” en prime time.

 


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