EDITORIAL VIDA NUEVA | Rusia y Ucrania hacen tiritar al mundo y no pocos apelan a la diplomacia, al equilibrio de fuerzas y a la fuerza misma como disuasión para enfriar una nueva guerra. Hoy, cuando casi todos los conflictos son asuntos internos, resuenan las palabras de Juan Pablo II de que “no hay paz sin equidad, verdad, justicia y solidaridad”.
Desde el incómodo papel de agentes externos y pacificadores, nuestros militares han seguido activos en misiones humanitarias y de reconciliación por todo el mundo, cooperando mano a mano con misioneros y voluntarios sobre la misma línea de fuego, como revela Ayuda a la Iglesia Necesitada.
Los religiosos, en el círculo virtuoso con que se expande toda colaboración, proveen día a día de alimento espiritual a los soldados, tan necesitados de paz, resultando en una humanización que deja muy atrás la alienación cinematográfica de la máquina de matar. Un rayo de esperanza en la zozobra geopolítica.
En el nº 2.885 de Vida Nueva. Del 8 al 14 de marzo de 2014.
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