Editorial

Devolver la esperanza a los más olvidados

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EDITORIAL VIDA NUEVA | Lo reconocía el papa Benedicto XVI en su reciente discurso al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede: “El momento actual está marcado lamentablemente por un profundo malestar y por diversas crisis: económicas, políticas y sociales”. Sin embargo, no todas son nuevas ni tienen el eco mediático de la crisis económica y financiera internacional, que oculta más de lo que ya es habitual los conflictos olvidados que afectan a millones de seres humanos en todo el mundo.

En este número de Vida Nueva hemos querido, al comienzo de un año nuevo en el que prácticamente nada va a cambiar en las vidas de esas víctimas, acercarnos a esos dramas –en muchos de los cuales hay hombres y mujeres de Iglesia como únicos testigos y consuelo– al menos como forma de compromiso de no olvidarlas, de dar cauce a su grito silencioso. Y también a modo de denuncia de la hipocresía de un mundo desarrollado que ve peligrar su nivel de bienestar y no duda en recortar su ayuda oficial al desarrollo.

Que le pregunten a Haití, donde todavía no ha llegado la mitad del dinero comprometido por la comunidad internacional tras el devastador terremoto de hace dos años. O a los afectados por la hambruna en el Cuerno de África, la peor catástrofe humanitaria en la zona en los últimos 60 años, y que fue anunciada meses antes de que ocurriese, pero que fue ignorada por la mayoría de naciones. ¿Ocurrirá lo mismo este próximo mes de abril, cuando se esperan nuevas hambrunas en Níger, Mauritania y Burkina Faso? Y no cabe echarle solo la culpa a la falta de lluvias de algo tan terrible como morir de hambre.

A día de hoy, en el planeta existen
una treintena de guerras de alta o baja intensidad
que causan una media de 2.000 muertes al día,
y de las que apenas hemos tenido noticia.

En muchos de esos países, pero también en otros de Asia y América Latina, la especulación con la compra de cereales para convertirlo en combustible ha incrementado el precio de los mismos hasta en un 150% en los mercados internacionales…

A día de hoy, en el planeta existen una treintena de guerras de alta o baja intensidad que causan una media de 2.000 muertes al día, y de las que apenas hemos tenido noticia. Tampoco sabemos que, diseminados por lugares a los que la caridad apenas llega, hay casi el mismo número de personas refugiadas o desplazadas contra su voluntad que de gente censada en España. Están en tierra de nadie, atascados en una vida que les ha tocado en suerte simplemente por nacer en el lugar equivocado. Muchas de ellas son mujeres, como también femenino sigue siendo el rostro del 70% de los pobres en el mundo. Sometidas, explotadas, abortadas, en muchos países siguen sin tener voz y, en algunos de ellos, las queman con ácido como signo de desprecio.

Sí, todas estas cosas están ocurriendo en estos mismos instantes en muchos lugares del planeta, en las geografía olvidadas de los espacios informativos. Si un día fueron noticia, si estuvieron de actualidad, hoy se han convertido en un problema irresoluble, en un conflicto incómodo.

“Realmente, el mundo está en la oscuridad allí donde el hombre no reconoce ya su vínculo con el Creador”, les dijo Benedicto XVI a los embajadores. A nosotros nos corresponde, en coherencia con nuestra fe, alumbrar un poco sobre esas heridas abiertas del mundo.

En el nº 2.785 de Vida Nueva. Del 20 al 27 de enero de 2012.

 

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