Editorial

El aborto ya es un derecho

Compartir

Publicado en el nº 2.715 de Vida Nueva (del 10 al 16 de julio de 2010).

La nueva Ley del Aborto ya ha entrado en vigor en España aprovechando este mes estival de vacaciones. Los calendarios son muy importantes en las estrategias políticas, y una España que ha empezado el merecido descanso, junto a la que sufre los efectos de la crisis económica y que la tiene en el desempleo, tiene otras preocupaciones que van más allá de ésta. Ajustan agendas para evitar más desgaste en la política del actual Gobierno, que afloja y tensa cuerdas a conveniencia. Pero, al final, lograron el objetivo y el aborto ya es un derecho de la mujer. Aquí radica uno de las principales obstáculos para defender el atropello de una vida que empieza. Triunfó cierto lobby socialista y parlamentario, particularmente mimado por el presidente. El Tribunal Constitucional ha de responder ahora al recurso interpuesto por el Partido Popular y, en esta semana, pudiera suspender la ley cautelarmente o, al menos, algunos de sus artículos. Y todo ello con el bloqueo a la ley que se está realizando por parte de algunas comunidades autónomas.

De poco ha servido la presión social para detener esta ley que, lejos de mejorar la anterior, da carta blanca a la interrupción voluntaria del embarazo y a una “eugenesia encubierta”. Sí ha servido y está sirviendo para mantener viva la llama de quienes consideran que esta ley es un paso atrás y que no era necesaria por no haber demanda social. Tampoco ha habido adecuado debate e, incluso en el seno del propio PSOE, ha habido lucha interna para no ir tan lejos. Sus partidarios no fueron escuchados porque no interesaba en la geopolítica socialista del momento. Al fin y al cabo, prima la política sobre la vida y esta reforma legal es una de las que muestran con más descaro la utilización de la responsabilidad política para el beneficio electoral. Algo tendrán que decir destacados miembros del PSOE que, al confensarse cristianos y optar por la vía socialista, debieran, una vez en vigor la ley, y pasados los trámites de elaboración durante los cuales callaron, hablar y definirse. La discreción tenía como objetivo enderezar la ley. Una vez que no lo han conseguido, deberían decir algo.

Desde que la ministra de Igualdad dijo que no había base científica para considerar humano a un feto de catorce semanas, cualquier consideración ética está de más. Con la nueva ley –que sitúa a este Gobierno en un lugar destacado de la vanguardia proabortista– se intenta evitar los embarazos no deseados, entre otras cosas empleando el aborto como un método anticonceptivo. Abordar un tema tan delicado desde un Ministerio social, dejando a un lado connotaciones jurídicas y científicas, es prueba de hasta qué punto el Gobierno está empeñado en el voto útil.

La postura de la Iglesia no tiene por qué extrañar, pues viene siendo la misma. La Conferencia Episcopal, en este sentido, ha sido clara recordando la doctrina de siempre. Se trata de una ley “objetivamente incompatible con la recta conciencia moral ya que, desde el punto de vista ético, empeora la legislación vigente”.

Los motivos para los obispos están claros: “La eliminación de la vida de los que van a nacer como un derecho de la gestante durante las primeras catorce semanas del embarazo, dejando prácticamente sin protección alguna esas vidas humanas, justo en el tiempo en el que se producen la gran mayoría de los abortos”. Además, “establece un concepto de salud tan ambiguo que equivale a la introducción de las llamadas indicaciones social y eugenésica como justificación legal del aborto”. En esta batalla, la Iglesia siempre hallará claros apoyos en quienes, desde la recta conciencia, apostamos por la vida.

————

INFORMACIÓN RELACIONADA