Editorial

Un cambio más práctico que ideológico

Compartir
Mariano Rajoy en su despacho

El nuevo presidente del Gobierno, Mariano Rajoy

EDITORIAL VIDA NUEVA | Las elecciones legislativas del pasado 20-N han dado un giro copernicano al panorama político español, según varios análisis y comentarios de estos días, mientras que para otros analistas no es más que una secuencia lógica de cuanto sucede en Europa y que entraba en las previsiones de quienes mueven los hilos de la política mundial, capaces de levantar o de hundir gobiernos desde los despachos financieros.

Como se preveía, el Partido Popular (PP) gobernará en los próximos cuatro años y Mariano Rajoy formará gobierno. Así lo han querido los españoles, que el pasado domingo se acercaron a las urnas en una ya consolidada democracia que decide su propio futuro. La crisis económica desatada a nivel mundial –y que no parece remitir– está influyendo, y mucho, en el nuevo diseño político europeo. En España no iba a ser menos.

El derrotado ha sido claramente el PSOE, que, pese a no haber presentado a José Luis Rodríguez Zapatero como candidato a los comicios, sin embargo ha tenido que pagar con la derrota su gestión de la crisis, reconocida tardíamente, y su empecinamiento en cuestiones secundarias que solo servían de distracción, como ha sido su continua obsesión por los temas religiosos, junto con algunas banalidades, que ni eran prioritarios ni urgentes.

El PP ha recibido una confianza
para el cambio y para la gestión.
No pueden usarse esos votos para fines
partidistas o ideológicos.
Ha de primar la gestión económica
que nos saque de la crisis.

Esta derrota de los socialistas han cambiado el color del mapa español. Solo Andalucía queda pendiente hasta las elecciones autonómicas de la primavera. Una gran marea azul, como se preveía, es el color de la España de los próximos años.

Los mercados internacionales y la crisis financiera y económica han venido también a votar a España y han influido en la voluntad de los españoles, que buscan salidas, esperanza y un horizonte más despejado. La confianza se la ha dado este país al PP, una amalgama de ciudadanos que han depositado su confianza en la gestión, al margen de las ideologías partidistas. El resultado ha sido una mayoría absoluta y la presencia de algunos grupos en el Parlamento que muestran a las claras la injusticia de un sistema electoral que nadie cambia porque a todos beneficia.

No es el momento del balance. Los propios grupos políticos deberán hacer el suyo. No es el momento de las ideologías partidistas que se esconden detrás de cada sigla. Es el momento de mirar al futuro con decisión y realismo.

El PP ha recibido una confianza para el cambio y para la gestión. No pueden usarse esos votos para fines partidistas o ideológicos. Ha de primar la gestión económica que nos saque de la crisis y nos sitúe en el futuro con dignidad e ilusión. Los españoles estaremos dispuestos a afrontar años difíciles, pero solo si la austeridad, el compromiso con los más débiles, la inversión y generación de empleo, la apuesta por los jóvenes y el cuidado de los desfavorecidos se plasman en los programas de un nuevo Gobierno, que tendrá que buscar un perfil tecnócrata más que ideológico en las carteras ministeriales.

No es el momento de la revancha, costumbre frecuente en el solar español. Es la hora del cambio ilusionado. Administrar ese gran caudal de votos es tarea difícil, pero ilusionante. Al nuevo Gobierno le queda la tarea de abrir horizontes nuevos sin cargas de peligrosa ideologización.

En el nº 2.778 de Vida Nueva (del 26 de noviembre al 2 de diciembre de 2011).

 

INFORMACIÓN RELACIONADA