Editorial

Las Navidades de la crisis

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Publicado en el nº 2.688 de Vida Nueva (del 19 al 31 de diciembre de 2009).

Para un creyente, Navidad es, y será siempre, la gran fiesta del Dios-con-nosotros, certidumbre de la irrupción definitiva de Jesús en nuestras vidas, promesa esperanzada de salvación. Para el no creyente o no practicante, es un día –o conjunto de días, si utilizamos el plural– a caballo entre dos calendarios, cada vez más cercano a lo vacacional, lo lúdico y el ocio. Para todos, las Navidades constituyen un imaginario, mezcla de elementos religiosos, simbólicos, emocionales, sociales, familiares, costumbristas, tópicos y de consumo.

Cuando Vida Nueva desea a sus lectores, un año más, feliz Navidad, lo hace desde una perspectiva contextualizada. Creemos que es una de las exigencias del misterio de la Encarnación. Porque este año, como otros en la ya larga historia de la revista, son las Navidades de la crisis. De la crisis económica, que aumenta cada día las cifras del paro y las colas ante centros de Cáritas; de la crisis humana de muchas familias que contemplan un horizonte desesperanzado para los suyos; de la crisis de futuro para miles de jóvenes. De la crisis generada entre todos y por todos, aunque algunos hayan tenido, y tengan, más responsabilidad en ella que los demás. Pero no lo olvidemos: muchos de los estilos de vida que todos podemos compartir, en alguna medida, también tienen que ver con la crisis.

A nuestro juicio, sería algo puramente testimonial y efímero, aunque no estaría de más, apretarnos el cinturón estas Navidades de la crisis, en solidaridad con tantos hermanos nuestros que engrosan las bolsas de los excluidos. Como también, y es un paso más, prescindir de lo nuestro para dárselo a quienes no tienen nada. Así lo han hecho colectivos de sacerdotes de nuestro país con su sueldo y, calladamente, muchos otros.

Pero que hay que ir más al fondo de la cuestión, al fondo de la persona y de todo lo humano, impulsados por Aquél que se hizo hombre con todas las consecuencias. Puede ayudarnos a ello acudir a uno de los significados de la palabra crisis, llevados de la polisemia del término. Crisis es también “juicio que se hace sobre alguna cosa en fuerza a lo que se ha observado sobre ella”. Crisis es juicio, que tiene que ver con crítica y criterios. Crisis, pues, para poner en tela de juicio muchas de las actitudes propias y ajenas. Criterios, que se derivan de la fe en Jesús, para mirar alrededor y obrar en consecuencia, siguiendo el viejo y sabio esquema: ver-juzgar-actuar. Crisis para poner en solfa, en cuestionamiento total, una forma de entender la vida y organizar el mundo empeñados en un viaje sin brújula ni sentido. Criterios para el autoexamen y la conversión, no sintiéndonos autorizados a exigir a “los que pueden y deben hacer cosas” que las hagan si nosotros no hacemos nuestros deberes.

Nuestra felicitación, amigos lectores, va este año cargada, como siempre, de afecto y cercanía. También de responsabilidad compartida, que no es sinónimo de tristeza, sino de esperanza. Como la de tantos que ya trabajan para cambiar las cosas, convencidos de que otro mundo es posible. En nuestras manos está. Feliz y responsable Navidad, feliz y comprometido 2010.