Editorial

Por una comunicación abierta y global

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Publicado en el nº 2.648 de Vida Nueva (del 14 al 20 de febrero de 2009).

Se reúnen estos días en Madrid los delegados episcopales de Medios de Comunicación de las diversas diócesis españolas, convocados por la Comisión Episcopal que preside Juan del Río.

Una ocasión más para el encuentro, la reflexión y el diálogo que este año presenta un tema sugerente y de gran actualidad: Infoética: por una comunicación social a la medida de la dignidad humana. Cuentan estas jornadas -que coordina el secretario técnico José María Gil Tamayo– con la presencia de destacados informadores, entre ellos el P. Federico Lombardi, director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, de Radio Vaticano y del Centro Televisivo Vaticano, quien recientemente ha reconocido la necesidad de una mejor gestión de la comunicación institucional en la Iglesia a raíz del caso de los cuatro obispos lefebvristas a los que el Papa ha levantado la excomunión. Es necesario cuidar la información que tiene su raíz en las instituciones eclesiales y darle toda la importancia que merece, como muy bien han entendido algunas -pocas- facultades de comunicación. Sus jornadas de estudio y especializaciones son una muestra del interés en hacer de la comunicación institucional un reto de claridad y verdad, tan necesarias hoy para ahondar en la comunión eclesial y en la imagen ante el mundo.

La reunión de delegados diocesanos invita a la reflexión sobre la importancia de un proyecto de comunicación que sea global, plural, abierto y solidario. Ha de buscar una comunicación globalizada con visión universal, abarcando todos los medios al alcance, desde la radio hasta la televisión, la prensa, las diversas publicaciones periódicas o la red. Con un proyecto de comunicación serio, en red, con un organigrama incluyente y universalizado, se podrá hacer frente hoy a los grandes proyectos mediáticos. La Iglesia puede tener el suyo propio, con raíz en la propia Conferencia Episcopal, que debería lanzarlo con el objetivo de tener su voz propia, nueva, sugerente, profética, cálida, misericordiosa, participativa, en la que todas las realidades de Iglesia tengan un lugar y un rincón sin que asome el sesgo ideológico, sino que sepa arbitrar la participación de las más diversas experiencias y realidades. Los compartimentos estancos no ayudan para nada en esta tarea.

Una comunicación abierta y en fidelidad creativa que sepa acercar el mensaje y sugerir; que aporte claves de interpretación de la realidad y que ofrezca a los cristianos de España, hoy, un instrumento para saber y conocer, pero también para colaborar y participar. Una comunicación que sea también siempre veraz, limpia y sin tapujos. Una comunicación, en fin, que pueda ayudar a los más necesitados en este proyecto. Hay diócesis con escasos medios humanos y con menos recursos. Una estructura global ayudaría solidariamente a lograr los objetivos.

A la Conferencia Episcopal Española corresponde seguir caminando en este esfuerzo de integración y pluralidad para seguir dando un servicio vivo, útil y necesario. Las jornadas de esta semana próxima deberían contribuirán a este esfuerzo de comunicación.