Editorial

De repaso

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La Iglesia sabía mucho sobre educación, antes y después de que la primera escuela pública y gratuita de Europa la fundase san José de Calasanz en la Roma de 1597 y de que muchas otras mujeres y hombres –como san Juan Bosco en el siglo XIX o don Lorenzo Milani en el XX– renovaran las aulas. Por eso debería haber sido un tema fácil en un concilio (de 1962 a 1965) con más de dos mil obispos de todo el mundo.

Pero, ¿qué enseñó el Concilio sobre educación? La declaración sobre la educación cristiana de la juventud –Gravissimum educationis– fue muy laboriosa, pero eso aquilató un texto tan luminoso y sutil como aún incomprendido. Por eso en este Pliego lo ofrecemos de manera simplificada, para poder repasarlo en solitario en plena emergencia educativa.