Editorial

Comunicación hecha en casa

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La dirección políticamente correcta en materia de comunicación es la que seguimos todos los que ante los sorprendentes logros de la tecnología de las comunicaciones celebramos sus avances, los incorporamos a nuestra actividad diaria y adoptamos su filosofía.

El papa Francisco se vale del Twitter, debe tener su correo electrónico, sus periódicos y programas de radio y televisión pero no les da a los medios el monopolio de la comunicación. En el mensaje con motivo de la 49a Jornada mundial de las Comunicaciones hizo un camino propio que a ratos se siente en contravía. 

Para él la primera escuela de comunicación es la familia y su enseñanza es la clave para hacer de la comunicación un medio de desarrollo y perfección humana.

Si la escritura y los libros afinan lo humano es porque en la familia se aprendió que “el vínculo fundamenta la palabra, que, a su vez, fortalece el vínculo”. 

Si la radio, los periódicos, la televisión o los medios digitales “son descubrimiento y construyen la proximidad” es porque la familia dio la experiencia inicial de la comunicación como “no encerrarse en uno mismo sino salir, ir hacia el otro”. La del Papa es una mirada que desmitifica la tecnología y le deja al descubierto todo su potencial dignificador del hombre.

La familia es el primer lugar en donde aprendemos a comunicar

Al mundo, orgulloso por sus avances en la tecnología digital, le recuerda que los medios más modernos “pueden obstaculizar o apoyar a la comunicación en la familia y entre familias”. Y agrega: “pueden obstaculizar si se convierten en un modo de sustraerse a la escucha, de aislarse de la presencia de los otros”. La pueden fortalecer “si ayudan a contar y a compartir, a permanecer en contacto con quienes están lejos, a agradecer y a pedir perdón, a hacer posible el reencuentro”.

A los nativos digitales encerrados dentro de su burbuja les dice que “comunicar es descubrir y construir proximidad, esa capacidad de abrazarse, sostenerse, acompañarse, descifrar las miradas y los silencios, reír y llorar juntos entre personas que no se han elegido y sin embargo son importantes”.

Contrariando el sentido común, el Papa enseña que el acercamiento definitivo a la comunicación no se da en los laboratorios de comunicaciones ni en las facultades universitarias ni en los café internet; para él la comunicación fundamental se experimenta en la familia y allí alcanza sus momentos más altos. “La familia es el primer lugar donde aprendemos a comunicar. Después de llegar al mundo permanecemos en un seno que es la familia, hecho de personas diversas, en relación”.

No es solo el manejo de las palabras y los gestos, “allí se aprende a convivir en la diferencia”. Que es la prueba de fuego de la comunicación: mantener la relación por sobre las diferencias.

Agrega el Papa que esa cátedra de comunicación que es la familia “transmite esa forma fundamental de comunicación que es la oración”. Los padres “recitan junto a los niños oraciones simples, recordando con afecto a otras personas… así han aprendido en la familia la dimensión religiosa de la comunicación”.

Esa comunicación en familia, agrega el Papa, “reduce las distancias saliendo los unos al encuentro de los otros y acogiéndose”; expresiones que evocan los momentos felices de las reuniones, reencuentros y celebraciones familiares.

Aún encuentra Francisco otras riquezas de la comunicación familiar: “viviendo juntos la cotidianidad, se experimentan los límites propios y los ajenos, los pequeños y grandes problemas de la convivencia, del ponerse de acuerdo”. La vida de las sociedades está atravesada por los límites de sus miembros, por las dificultades de convivencia y por la necesidad de llegar a acuerdos. Se traslada allí lo que en familia resolvió la comunicación. Es, pues, este, un aprendizaje para la vida, iniciado en familia.

Y es en la familia, observa Francisco, donde el milagro y la nueva creación del perdón comienzan a tener forma: “la familia en la que, con los propios límites y pecados todos se quieren, se convierte en una escuela de perdón. El perdón es una dinámica de comunicación”. “Un niño que aprende en la familia a escuchar a los demás, a expresar su propio punto de vista sin negar el de los demás, será un constructor de diálogo y reconciliación en la sociedad”.

El seno materno es la primera escuela de comunicación hecha de escucha y de contacto corpóreo

Es notorio el entusiasmo de Francisco cuando alude a dos situaciones familiares en que la comunicación fortalece y fecunda: las familias con hijos afectados por discapacidades que los inclinan a encerrarse e incomunicarse: “esto puede convertirse cuando gracias al amor de la familia aparece el estímulo para abrirse, compartir, comunicar de modo inclusivo”.

El otro caso es el del ambiente de habladurías en donde las familias están separadas por prejuicios y resentimientos, sitios en los que “la familia puede ser una escuela de comunicación como bendición”. El único modo de romper la espiral del mal para testimoniar el bien es bendecir en vez de maldecir, visitar en vez de rechazar, acoger en lugar de combatir”. O sea comunicar.

Evoca al final el Papa el ambiente doméstico “que no es un terreno de batallas ideológicas sino ambiente en el que se aprende a comunicar en la proximidad, una comunidad comunicante”.

“La familia más hermosa es la que sabe comunicar partiendo del testimonio, la belleza y la riqueza de la relación entre hombre y mujer y entre padres e hijos”. Allí hay comunicación hecha en casa.