De Maestro a Doctor

(Joaquín L. Ortega– Sacerdote y periodista)

“La causa de promoción a “Doctor de la Iglesia Universal” que, a favor de san Juan de Ávila tiene planteada en la Curia, hace ya varios lustros, la Conferencia Episcopal Española, ¿no quedará resuelta favorablemente en este pontificado?”

Si las cosas de Palacio van despacio, las de la Curia romana pueden eternizarse. Y si no, que lo diga san Juan de Ávila. Murió en 1569 en loor de santidad y de maestría doctrinal. Era ya conocido como “el Maestro Ávila”. Aun así, su beatificación no llegó hasta 1894, por decisión de León XIII. Todavía le tocó esperar hasta 1970 para que Pablo VI le canonizara.

El Maestro Ávila fue una lumbrera teológica y espiritual para su tiempo, el Siglo de Oro español. Teresa de Jesús, Ignacio de Loyola, Francisco de Borja, Tomás de Villanueva y muchos otros acudieron a su consejo. Otros, como Juan de Dios, se convirtieron escuchando sus sermones. Otros, como fray Luis de Granada, andaban fascinados por su doctrina y por su prosa.

Viene esta retahíla de nombres a propósito de la causa de promoción a “Doctor de la Iglesia Universal” que, a favor de san Juan de Ávila tiene planteada en la Curia, hace ya varios lustros, la Conferencia Episcopal Española. ¿No quedará resuelta favorablemente en este pontificado?

En 1997, siendo director de la BAC, mantuve con el cardenal Ratzinger, en su despacho de Doctrina de la Fe, un largo coloquio sobre la reedición de las obras completas del Maestro Ávila. Concluido el cual y vista la afabilidad del prefecto, me decidí, fuera ya del protocolo, a preguntarle cuál era la situación de dicha causa. Lisa y llanamente, me respondió que por parte de su dicasterio (el más cualificado a la hora de examinar las doctrinas) no había impedimento alguno. Según él, la decisión estaba ya en manos del Papa.

¿Será mucho esperar que el ahora Benedicto XVI reconozca para san Juan de Ávila esa condición de Doctor de la Iglesia Universal? Yo, por si acaso, me adelanto a esperarlo y me permito pronosticarlo.

En el nº 2.721 de Vida Nueva.

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