Silencios forzados


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Silenciar una emisora como Radio Sutatenza es más grave que cerrar una catedral.

La exposición sobre Radio Sutatenza abierta en el Museo Nacional ha traído el recuerdo de una institución (Acción Cultural Popular, ACPO) que se ha valido de los medios de comunicación para trabajar en la dignificación y organización de los campesinos; pero ACPO, admirada y replicada en otros países, convertida en una dinámica entidad de donde surgían constantemente nuevas iniciativas y realizaciones, tuvo un silencio forzado y Radio Sutatenza desapareció. En plena vida murió. Si bien hoy ACPO continúa, ha debido migrar hacia el mundo de lo virtual.

También el más antiguo periódico del país, El Catolicismo, ha tenido que emigrar hacia dicho mundo, ¿por qué? Cuando el cardenal Concha destituyó a los sacerdotes Mario Revollo y Hernán Jiménez explicó que traía serios inconvenientes la orientación ideológica que los dos sacerdotes le habían dado al periódico y nombró una nueva dirección que lo convirtió en un semanario de variedades. Pero fue una crisis que, como las que vinieron después, fue sorteada con éxito. Ahora, el silencio forzado del periódico obedece a la misma razón que el de ACPO: la falta de dinero.

¿Por falta de dinero se cierra hoy alguna iglesia? ¿Por esa razón se cierra alguna parroquia? ¿O se clausura una diócesis?

Aquí se detiene usted, como lector, para preguntar, al borde del escándalo: ¿es igual un periódico o una emisora de radio, a una iglesia, parroquia o diócesis?

Y ahora soy yo quien se detiene, tomo aire y respondo que cerrar un periódico o silenciar una emisora como Radio Sutatenza es más grave que cerrar una catedral. Es limitado el número de los que se quedan sin culto cuando cierran una catedral, en cambio es ilimitado el número de los que se quedan sin la dosis diaria de verdad que recibían de la radio o del periódico.

Trato de encontrarle explicación a la imposición de esos silencios y encuentro un hecho que parece ser la clave de estos cierres: en la Iglesia se subestima la comunicación por estos medios.

Al hacer una encuesta virtual sobre la idea que tienen sobre la comunicación los representantes de distintos niveles de la vida de la Iglesia, esto es lo que encontré:

• Se comunica como táctica para presentar el mensaje.

• Se comunica para difundir una imagen de la Iglesia.

• Se comunica para hacer llegar un criterio sobre los acontecimientos.

• Se comunica para crear sensibilidad sobre lo social.

• Cuando Benedicto XVI reflexionó sobre los medios y la comunicación en las jornadas de comunicación, aparecieron estas dos ideas: se comunica para compartir la buena noticia de Dios y se comunica para acoger la autocomunicación de Dios en Cristo.

Examino los puntos anteriores y encuentro que la comunicación es imprescindible, entendida como la definió Benedicto XVI.

Cuando es una simple táctica o medio pastoral, la comunicación es prescindible. Se vuelven imprescindibles los medios cuando se logra que sean comunicación y no lo contrario, cuando la comunicación son los medios.

Lo formularon así los teólogos del Celam en su propuesta para una teología de la comunicación: “se trata de ponerle fin a aquella visión reductora desde la pastoral de la comunicación limitada al problema de los medios, de su uso y de sus técnicas” (TC 187).

Los enemigos de Radio Sutatenza difundieron en sus comienzos la acusación de que la distribución de los radios, que solo sintonizaban la señal de Radio Sutatenza, era una táctica totalitaria nazi, aplicada a los campesinos boyacenses. Y así como en el régimen fascista la radio se había utilizado como un instrumento de propaganda al servicio del régimen nazi, sus críticos veían a Radio Sutatenza como la voz propagandística de la Iglesia. Muy probablemente en el pensamiento de muchos párrocos esa era la idea: un recurso creado por la tecnología que permitía llegar a miles de campesinos para hacerlos hijos fieles de la Iglesia. Despojada la acción pastoral de su naturaleza comunicativa, quedaba en la mera propaganda.

Limitado así su alcance pastoral, tanto Radio Sutatenza como el semanario El Catolicismo y cualquier medio de comunicación en la Iglesia, habrían sido prescindibles.

Pero si la comunicación a través de los medios se utiliza para compartir la buena noticia de un Dios que se hizo hombre, padeció, murió y resucitó para salvar la humanidad y acogió con autenticidad la autocomunicación de Dios en Cristo como fuerza dinámica dentro de nosotros y desde ahí debe propagarse a los demás, el medio se vuelve tan imprescindible como una catedral.

Las ideas del párrafo anterior están tomadas de los mensajes de Benedicto XVI para las jornadas de la comunicación. Pienso que él, lo mismo que Francisco, no habrían permitido el silencio de Radio Sutatenza en las casas campesinas, ni el de El Catolicismo en las ciudades.