José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

No por ser mujer. No por ser laica. Por “curranta”


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MIÉRCOLES 6. Presentación de un libro. Un hombre toma la palabra entre el público. Se dice cristiano. Toma la palabra para cuestionar al papa Francisco por instar a Europa a acoger a los refugiados sirios. “Lo suyo es que se fueran a países árabes”. Nunca he sentido tanta necesidad de alzar la voz. Desde la mesa presidencial se me adelantan. Me preocupa. No porque lo piense él. Sino porque no es el único.

JUEVES 7. “Como una luz”. Lo canta Migueli. El auditorio responde. Resuena su eco por aquellos que pasan por la vida de uno como un candil. Centinelas. A punto de cumplir los 3.000 números de Vida Nueva. Presentamos la edición especial que llegará a los lectores en agosto. Para intentar contagiar esa mirada luminosa del celemín que portaban Martín Descalzo y cía. Para ser fieles a los primeros que pensaron en esta Vida Nueva para la Iglesia. Por un momento, me quedo mirando al frente y redescubro a don Antonio Montero. Migueli sigue cantando “como una luz”. Don Antonio sonríe. La sonrisa del 3.000. O 3.000 razones para sonreír, para dar luz. [PLIEGO: Antonio Montero, gracias por ser Vida Nueva]

DOMINGO 10. Ceno con Alicia Barrios. Me transmite la sensación de conocernos de antes. De mucho antes. No presume de ser amiga de Francisco. Pero sí está orgullosa de su amigo Jorge. Ha cubierto guerras, ha entrevistado a líderes mundiales, era una pluma más que reconocible en el periodismo argentino. Pero es consciente de que todo eso ahora cae a un segundo plano. Porque aquel hombre con el que paseaba por las villas lleva ahora el timón de la Iglesia. Y a ella se la identifica con él. No existe nada de lo anterior. “Francisco se sabe libre. Yo no”. Porque la amistad verdadera no entiende de titulares.

LUNES 11. La pierde Cope. La gana la Iglesia. El fichaje de Paloma García Ovejero como vicedirectora de la Sala de Prensa de la Santa Sede me pilla frente al ordenador. Sentencia favorable. No por ser mujer. No por ser la laica. No por ser española. Por “curranta”. Sin padrinos vaticanos ni alharacas. Con el aval de su trabajo, el cotidiano, el del micrófono en mano para acompañar al Papa a Lesbos y darle altavoz a los refugiados. Para seguir a Francisco hasta Bolivia y detenerse con el misionero que no formará parte de los saludos oficiales. Para recorrerse Roma de arriba abajo. “Curranta” del periodismo. Pero también, “curranta” del Evangelio. De las que crecen desde las interrogantes y no desde la aparente tierra firme. Y punto. Roma. [Paloma García Ovejero: “Voy a dar la cara para servir al Papa, aunque me la partan”]

jose.beltran@ppc-editorial.com

En el nº 2.997 de Vida Nueva