Colombia vista en el espejo


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La película comienza con la imagen que se obtiene desde un helicóptero que recorre, unos extensos, casi interminables trechos de selva. Es una tupida, impenetrable alfombra vegetal que crea la percepción de que ahí debe bullir una realidad invisible. El locutor, siempre sobrio y preciso, dice que bajo esa superficie verde, arde una guerra.

En efecto, aparecen los ranchos de alguna vereda y allí la cámara sigue la marcha presurosa de unos campesinos que en grupo se dirigen a un lugar de reuniones en donde los esperan los paramilitares armados y encapuchados. Desde atrás de su embozo se escucha la voz del jefe paramilitar que notifica que cualquiera que esté colaborando con la guerrilla morirá. En la escena siguiente aparecen los primeros cadáveres y el desplazamiento aterrorizado de la población. Ahí comienza la indignación.
La película “Impunidad” tiene al frente en la parte técnica al joven director Juan José Lozano y en la parte periodística a Hollman Morris quien ha llegado hasta el festival Internacional de Ferrara, después de recibir en Nuremberg el premio de los Derechos Humanos.
Media hora antes de llegar a este cine Boldoni, tres periodistas colombianos y la periodista mejicana Alma Guillermo Prieto habíamos tratado de describir y explicar la situación política del país en el escenario deslumbrante del Teatro Comunal. La platea repleta y los palcos de los cinco pisos ocupados por italianos que hacían largas filas motivados por su interés en esta extraña historia de la guerra colombiana.
Ahora las imágenes y testimonios de esta película les están complementando los datos de aquella conversación.
En la película no hay necesidad de agregarles nada a las imágenes y testimonios. Ellos solos explican la feroz historia de los paramilitares y de su proceso de reinserción. Son noticias que en Colombia hemos conocido dispersas en informaciones de prensa, radio y televisión. Solo que ahora, con la técnica narrativa del cine, esas noticias aparecen como un todo coherente y revelador. La crueldad y el absurdo de la guerra sirven como telón de fondo de sucesivos fracasos…
Esas mesnadas de bandidos que son los paras, imponiendo su voluntad a sangre y fuego por aquellas selvas, dejan ver el fracaso del ejército, del que resultan aliados a quienes les hacen el trabajo sucio.
Los gritos de las víctimas y la presencia de la opinión internacional movilizaron a los políticos que actuaron no por vergüenza ni por piedad, sino por conveniencia; así llegaron a diseñar y aplicar ese instrumento conocido como Ley de Justicia y Paz.
Basta ver en la película aquellas agónicas sesiones en que las víctimas expresan su airada desilusión para entender que estamos ante otro fracaso: el de los políticos. La paz resulta un empeño demasiado importante para dejarlo en las manos de los políticos; y si uno lo duda, las dos intervenciones del vicepresidente Francisco Santos como apologista de ese proceso son la expresión clara del fracaso político.
Para aplicar la política de justicia y paz, juristas y abogados prepararon audiencias públicas, crearon instrumentos, recibieron preguntas y testimonios, pero los sindicados, acostumbrados a imponer su voluntad, también aquí lo hacen aunque estén en el banquillo de los reos. Alguno aparece en la pantalla con la audacia de hablar como vocero de las víctimas y en contra de las autoridades; otro encubre los nombres de esa cúpula criminal de los seis “por razones de seguridad” porque sigue siendo de mayor valor para ellos encubrir a los criminales que el dolor de la gente que pide justicia. A esa burla se agrega la mayor de todas cuando los que debieran contar la verdad a las víctimas desaparecen del escenario en aviones de la DEA.
Entre las dos causas: la de los crímenes del narcotráfico y la de los asesinatos, masacres, desplazamientos, despojos de tierras y torturas de los campesinos colombianos, Estados Unidos le da prioridad a su interés y el gobierno colombiano acepta la imposición en un gesto a la vez servil y cómplice que silencia, quizás para siempre a los que podían contar la verdad sobre los crímenes del paramilitarismo.
Hollman viene de Nuremberg en donde, además, presentó su película como lo ha hecho en otros países en donde la televisión y los gobiernos han acogido ese documento denuncia. En Colombia ni la televisión, ni el gobierno, ni los medios han apoyado su difusión, como si el país no quisiera mirarse en este espejo. VNC