Walter Kasper se va con el trabajo bien hecho

El cardenal Walter Kasper

(Pedro Langa Aguilar, OSA- Teólogo y ecumenista) La jubilación del cardenal Kasper brinda la oportunidad de agradecerle su eficaz gestión ecuménica al frente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos (2001-2010), promoviendo por muchos puntos del planeta iniciativas tendentes a la Unidad, viendo pasar a jefes religiosos de la talla de Alexis II y Christodoulos I, llegar a Kiril I en Moscú, Hyeronimos en Atenas y Daniel Ciobotea en Bucarest, así como el relevo, en el CEI, del secretario general, reverendo Samuel Kobia, ministro de la Iglesia Metodista de Kenia, por el pastor luterano y joven teólogo noruego Olav Fykse Tveit. Tubinga, Rottenburgo-Stuttgart y Roma componen el triángulo en su vida de profesor, obispo y ecumenista, un quehacer, éste, donde su extraordinario dominio de la teología le ha permitido salir más airoso: y así, de la inicial reluctancia a dialogar con Roma por el uniatismo y un supuesto proselitismo, Alexis II terminó sus días en cordiales relaciones con él: ¡memorable la entrega en Moscú del icono de la Virgen de Kazán!

Quizás no sobre recordar que antes de acudir a la Roma cardenalicia de la Ecumene para recorrer el mundo entero como infatigable adalid del ecumenismo, ya se había decantado él por la pastoral episcopal de la verdad en el amor (lema de su escudo episcopal) en la diócesis alemana de Rottenburgo-Stuttgart. La verdad es que nunca se contentó con ser teólogo y ecumenista, ni fue la teología científica, en su caso, un fin en sí o un juego académico. También ha valorado siempre, y mucho, haber sido pastor de una Iglesia local con múltiple presencia en diversos rincones del orbe, jóvenes Iglesias hermanas en las que procuró siempre hacerse presente incluso con ayuda  económica, y que ahora, a la vuelta de los años, no cesan de agradecer a Dios esa experiencia imborrable: porque le permitieron “experimentar dónde y cómo late el corazón de la fe”.

Ha vuelto igualmente más fluido el diálogo con luteranos, reformados, anglicanos y metodistas, y más sólidos también muchos documentos de comisiones mixtas sobre temas esenciales del dogma, como Jesucristo, la Santísima Trinidad, la Justificación, la Iglesia y los sacramentos del Bautismo y la Eucaristía. Años atrás llegó a decir: “He trabajado siempre la teología en contexto ecuménico”. De ello podrían dar fe a fecha de hoy, entre otros famosos documentos, el de Malta, el de Lima, y el luterano-católico sobre la Justificación, por ejemplo. Iniciada con el metropolita Zizioulas la co-presidencia de la Comisión Mixta Internacional católica-ortodoxa para el diálogo teológico, la gestión de ambos en Belgrado, Ravena y Pafos se ha revelado enriquecedora y punto menos que decisiva en el papel del Obispo de Roma. Tampoco le han dolido prendas al repetir que “la Ecumene significa estar comenzando incesantemente de nuevo, pues la unidad es posible sólo como don del Espíritu de Dios y mediante un renovado Pentecostés”.

‘Catecismo ecuménico’

Kurt Koch, obispo de Basilea

En reciente cita internacional propuso un “catecismo ecuménico” como fruto de los cuarenta años de diálogo, a redactar en colaboración con miembros de varias confesiones protestantes: recogería la parte de fe común a estas confesiones y a la Iglesia católica; supondría un ecumenismo básico, que identifique y acerque los logros a los fieles; evitaría que lo escrito “coja polvo en los estantes”; y conseguiría, en fin, que dichos resultados se “reciban en los cuerpos vivos de nuestras Iglesias, facilitando así el proceso de recepción”. La idea –¡suele ocurrir!– ha recibido ya las primeras críticas de quienes viven una eclesiología mostrenca y medieval, y es de temer que suscite más de una polémica. No le faltaba razón, pues, cuando dijo hace meses: “A mi sucesor le aguarda todavía mucha tarea en casa”. Ya sabe, por tanto, monseñor Kurt Koch, estudioso de teología en Lucerna, profesor en Múnich y desde 1995 obispo de Basilea, lo que le espera. Haber sido miembro desde hace ocho años del Pontificio Consejo que a partir del 1 de julio ha empezado a presidir con el grado de arzobispo, le hará más llevadera la carga. Pero tendrá que dar pronto el do de pecho: en Coventry el 19 de septiembre (beatificación de Newman), y a la semana siguiente en Viena (ante la Comisión Mixta Internacional sobre el rol del obispo de Roma en el primer milenio). Kasper lo dio limpio hasta en difíciles ocasiones.

En el nº 2.716 de Vida Nueva.

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