‘Vida Nueva’ muestra su fraterna adhesión al Sucesor de Pedro

(Juan Rubio– Director de Vida Nueva) En todas las diócesis españolas  y de la Iglesia universal se celebra en estos días la Misa Crismal que, aunque situada litúrgicamente en la celebración del Jueves Santo, se adelanta en muchos lugares para facilitar la asistencia del presbiterio diocesano. Junto al obispo, que consagra los Santos Óleos y el Santo Crisma, los sacerdotes renuevan sus promesas sacerdotales. Un día grande y excelso para el sacerdocio. Este año, la celebración adquiere tintes sombríos, dolorosos y preocupantes, después de haber conocido los lacerantes casos de pederastia cometidos por sacerdotes y religiosos que han traicionado el ministerio y han causado un profundo daño a las víctimas, niños y adolescentes.

El Papa, en un arranque de sinceridad y responsabilidad a su ministerio, ha pedido perdón, ha condenado tanto los hechos como el silencio cómplice de responsables eclesiales, y se ha prestado a colaborar con la justicia para erradicar este crimen del seno de la Iglesia. Él mismo ha sido blanco de pesquisas que buscan inculparlo. La tétrica cadena de acusaciones continúa con desaforado interés por implicarlo. Particularmente agresivos se muestran algunos grupos de comunicación de España que han iniciado una “cruzada” particular contra el Papa y escarban día y noche a la zaga de estiércol, no contentos con sus palabras de perdón y su compromiso de justicia y verdad, tergiversando sus palabras duras con el pecado, pero siempre misericordiosas con el pecador. Es ése el ministerio al que hemos sido convocados: “Buscar al pecador para que, convirtiéndose, viva”. Y esto, no sin antes responder ante la justicia humana de los delitos cometidos, pero dejando al juicio de Dios las acciones cometidas. “Aunque vuestros pecados sean negros como la grama”, dice el profeta.

En estos días, los sacerdotes de forma especial, oran por el ministerio consagrado para que cada día seamos más fieles al don recibido y en la tarea apostólica seamos reflejo de su bondad, su verdad, su justicia y su amor.

Vistas las circunstancias y el indecoroso trato de algunos compañeros de los medios de comunicación, Vida Nueva desea expresar con fuerza y convicción:

1. Su adhesión al papa Benedicto XVI, que en su Carta a los católicos de Irlanda ha tenido un gesto de compromiso con la verdad. Cuando se han desatado furibundos ataques a la Iglesia, negándole su misma dignidad, acusando el todo por la parte y atacando los pecados cometidos ignominiosamente por estos “desertores del rebaño”, nos queda la oración por el Papa, la fidelidad a su ministerio y una cada vez mayor solidaridad para con sus palabras y gestos.

2. Su adhesión a las víctimas de estos escandalosos hechos. Orar por ellos y por sus familias, por las Iglesias locales que se ven zarandeas en primera línea. Hoy más que nunca, la Iglesia se siente cercana a ellos para “curarles con el vino del consuelo y el aceite de la esperanza”, como samaritanos que se acercan al dolor y curan sus heridas. La verdad y la justicia son ya maneras de restañar esas heridas causadas por quienes tenían que haber sido padres y médicos de las almas y no ladrones y homicidas.

3. Su adhesión a tantos sacerdotes y religiosos que, en la briega diaria, en medio de no pocas dificultades, luchan por anunciar el Evangelio con obras y palabras en todos los rincones de la tierra. Son muchos los sacerdotes que han entregado su vida y no merecen el injusto trato de quienes, al atacar a unos pocos, buscan la desautorización de la labor de la mayoría. Sacerdotes entregados en cuerpo y alma a hacer presente el Reino en la Historia. Hoy, más que nunca, se sienten pobres e indefensos por el pecado de sus hermanos y hoy, más que nunca, necesitan la fraterna ayuda y oración, más allá de la sonrisa cómplice e injusta.

En la Misa Crismal que se celebra con gozo en las catedrales del orbe católico, los sacerdotes, junto al obispo, siguen renovando, por encima del dolor, el amor primero, la entrega confiada, la vida de pobreza absoluta, pobreza de medios, pobreza de argumentos a veces, pobreza extrema cuando se les desea arrebatar incluso la dignidad. Renuevan igualmente la obediencia que nos hace libres, una obediencia al Señor Jesús en su Iglesia y a la sucesión apostólica y una castidad vivida con alegría, pese a los negros nubarrones que arrecian. Una castidad que merece un respeto y que en medio del mundo es ejemplo de entrega, pese a que algunos, traicionándola, la han puesto como puerta del mal. Pobreza, obediencia y castidad en un mundo y una Iglesia santa y pecadora, pero que es en el mundo semilla del Reino. Pedimos al Señor para que la Iglesia sea un recinto de verdad, de justicia y de amor. Y que todos encuentren en ella un motivo para seguir esperando.

Vida Nueva muestra aquí su adhesión al Papa y en él fija su mirada de forma especial para seguir orando al Señor, colaborando para extirpar el mal con la justicia de este mundo y retomando un camino de purificación al que nos invita, una vez más, el paso liberador de Jesús en medio de su pueblo. Una Pascua nueva, una Pascua purificadora la de este año 2010.

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