Universidades jesuitas, sustantivo y adjetivo

(Juan Rubio)

Los jesuitas trabajan con “ahínco, imaginación y fe para mantener y fortalecer el carácter específico de las instituciones universitarias propias”. Y lo hacen teniendo en cuenta el sustantivo, Universidad, y el adjetivo, Jesuita. Así lo dijo la 34ª Congregación General en 1995. Aspecto clave para entender cuanto sucede hoy en la actual geografía universitaria de los jesuitas en España. El sustantivo garantiza la autonomía de la Universidad y, con el adjetivo, “se busca la armonía con las exigencias de la fe y la promoción de la justicia”, en la línea de la Congregación 32. La Universidad es uno de esos terrenos fronterizos en los que los jesuitas se mueven como nadie. La educación universitaria está en las venas mismas del proyecto ignaciano que recorrió Europa y atravesó el Atlántico.

En las cinco provincias en las que se dividen los jesuitas españoles, y que se fusionarán en una en 2016, aunque hay quienes piensan que se acelerará el calendario, los jesuitas tienen dos universidades: Deusto, fundada en 1886, y Comillas, en 1892. Además tienen cinco centros universitarios: CESTE, en Santander; ESADE, en Barcelona; INEA, en Valladolid; INSA-ETEA, en Córdoba; y un Instituto Químico en Sarriá. Además de otras instituciones universitarias en Úbeda (Jaén). En Teología mantienen la Facultad de Cartuja, en Granada, y los estudios teológicos de Deusto. Es éste un mapa sobre el que se trabaja y que será uno de los campos de atención del nuevo Provincial de España, Francisco José Ruiz.

Pero la Compañía ha tenido que bregar para ser fiel a su tradición universitaria en su carisma genuino, como ha sucedido en Andalucía. Decía un jesuita recientemente que “los juegos malabares estaban de moda entre nosotros”, refiriéndose a la política de equilibrios que han de hacer, intentando que no se rompan las costuras con la jerarquía. La que sería única universidad privada andaluza, que hubiera llevado el nombre de Fernando III, se iba a abrir en Sevilla siguiendo un proyecto conjunto entre Jesuitas y Propagandistas, institución ésta en cuyos cimientos hubo argamasa jesuita de la mano del P. Ayala. Resultó inviable por fidelidad a la tradición universitaria de ambos grupos, con visiones distintas de la educación universitaria. A finales de julio, la Fundación Loyola de Andalucía, presidida por Ildefonso Camacho, y que mantiene el campus ETEA de Córdoba, presentó el de “Palmas Altas” de Sevilla, perteneciente a Anbengoa, empresa vinculada a la Compañía. Todo está listo para la nueva universidad andaluza de cuño jesuita. Lo que pase con los proyectos del CEU-San Pablo está por ver. “No están las cuentas para tirar cohetes en el CEU”, se comenta en Madrid, pese a que ahora tienen las bendiciones del nuevo arzobispo.

Los jesuitas en Andalucía sacan adelante el nuevo proyecto, aunque aún tienen retos pendientes en la Facultad de Teología, como en Comillas o Deusto. Las cosas no pintan bien en el ámbito docente teológico español. “La opción institucional por San Dámaso, en Madrid, o por otros institutos de corte conservador, se está haciendo a la contra de las facultades jesuíticas, con un coste que habrá que medir a la larga”. Es el comentario generalizado en boca de quienes aún creen que es posible la operación de sumar y multiplicar.

director.vidanueva@ppc-editorial.com

En el nº 2.720 de Vida Nueva.

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