Una crucecita muy grande

Alberto Iniesta(Alberto Iniesta– Obispo Auxiliar emérito de Madrid)

“El principal ministerio de la Iglesia es, por supuesto, el anuncio y la presencia de Cristo resucitado, pero también el testimonio del amor de Dios y el servicio a los más pobres y necesitados, como hace de manera evidente por todos los rincones de nuestra sociedad, que alivia al Estado de unas cargas inmensas que de otro modo tendría que asumir”

Actualmente, la Iglesia católica española se autofinancia al 60% por sus propios medios -como la colecta de la Misa, donde mejor se expresa la ofrenda del cristiano junto al sacrificio de Cristo-, donativos en mano, cuotas fijas por transferencia bancaria, etc. Y el 40%, de manera indirecta, aunque también libre, por medio de la declaración de la renta -la famosa crucecita-, que ahora ha mejorado respecto a la fórmula anterior, cuando la administración hacía un cálculo previsto de antemano, y si las declaraciones de los contribuyentes no alcanzaban esa cantidad, suplía el Estado lo que faltara hasta esa cifra, mientras que ahora la Iglesia recibe estrictamente lo que los contribuyentes hayan designado, sin añadir ninguna otra aportación.

El principal ministerio de la Iglesia es, por supuesto, el anuncio y la presencia de Cristo resucitado, pero también el testimonio del amor de Dios y el servicio a los más pobres y necesitados, como hace de manera evidente por todos los rincones de nuestra sociedad, que alivia al Estado de unas cargas inmensas que de otro modo tendría que asumir. Además del matiz humanitario y fraternal que suele destacar en sus obras, es que la Iglesia tiene una especial sabiduría para conseguir llevar adelante obras muy grandes con presupuestos muy modestos, gracias al voluntariado de la caridad, que se multiplica por todos los rincones de las parroquias, las comunidades de vida consagrada y otras instituciones benéficas de la Iglesia.

Otra ventaja que tiene poner la cruz en la declaración de la renta a favor de la Iglesia es que de hecho es casi como un plebiscito, una declaración de confianza y amor en favor de la Iglesia, que bien  se lo merece y bien lo necesita en esta sociedad, no solo descreída, sino desconfiada de la institución.

ainiesta@vidanueva.es 

En el nº 2.662 de Vida Nueva.

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