¿Un valle de lágrimas?

JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | El protagonista de San Manuel Bueno, mártir calla cuando, al rezar el Credo, dice “y en la resurrección de la carne…”, y se escuchan las campanas en el lago. Es el Dios de Unamuno. Yo callo cuando se dice aquello de “en este valle de lágrimas…” en el canto de la Salve.

Es una frase hecha en una ideología de la religión como adormidera. Lo dije el otro día y se me molestó el personal. ¡Por Dios, esto no es un valle de lágrimas, aunque haya noches de dolor!

No entiendo que la gente, incluso en la miseria y el dolor, esté en un valle de lágrimas si les rodea el amor de los hijos, de los amigos, de la gente. El amor es capaz de convertir los valles de lágrimas en amplios vergeles.

Un amigo, no de acuerdo conmigo, me decía: “Hace unos días se quemó a lo bonzo un trabajador de 60 años con mujer e hijo al que acababan de despedir… Vivimos muy bien y no nos podemos conceder el lujo de la sonrisa mientras, frente a nuestras narices, están robando nuestro presente y futuro”.

Pero nadie puede negarles en esa injusta miseria el gozo del amor compartido. El infierno está en los otros. En sus corazones florecía el Paraíso. Me niego a admitir que esto sea un valle de lágrimas.

director.vidanueva@ppc-editorial.com

  • La crónica del director: ‘Outsiders’ y náufragos de nuestra Iglesia, por Juan Rubio

En el nº 2.789 de Vida Nueva.

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