Un Sínodo africano sin pelos en la lengua

Sínodo-África-5(José Carlos Rodríguez Soto– Periodista experto en temas africanos) Se reconocen en el mensaje final de este II Sínodo para África que acaba de clausurarse en Roma los avances positivos en algunos países. Se critica duramente a dictadores, multinacionales de rapiña y traficantes de armas. Se clama contra la pena de muerte, la injusticia, la precariedad que sufren los emigrantes, la falta de respeto a la vida y algunas políticas ambiguas de la ONU, como las que favorecen el aborto. Se anima a comunidades cristianas y se concluye con una llamada a la esperanza. “África, levántate y anda”. Los 42 puntos del texto no tienen desperdicio. Como ya ocurrió con su Instrumentum Laboris, incluso los que no estén interesados en temas de Iglesia pueden encontrar aquí un excelente análisis de los problemas actuales de África y sus soluciones. Soluciones en las que desde hace mucho tiempo ya trabaja con un gran compromiso la Iglesia africana. Los 244 obispos que han participado en este Sínodo han hecho los deberes.

jose-carlos-rodriguez“Hace 30 años, la Iglesia latinoamericana era la voz más profética de la Iglesia, mientras que la africana parecía más callada y espiritualista. Ahora sucede justo al revés”. Así me lo manifestó en Roma uno de los observadores presentes en el Sínodo una semana antes de su clausura. Y si alguna duda me quedaba, la lectura del mensaje me lo ha confirmado. De entre las interesantes observaciones que escuché en Roma por boca de obispos, sacerdotes y laicos que participaban en la asamblea, me llamó mucho la atención lo que me confesó un miembro de la comisión que redactó el texto. Según él, cuando estaba listo el primer borrador, un cardenal italiano les recomendó que rebajaran el tono y utilizaran un lenguaje más diplomático. Un obispo nigeriano se levantó y le replicó: “Durante los años en que usted ocupó su cargo, comió en la mesa de nuestros peores dictadores y no consiguió nada con su diplomacia”. Me alegro de que los prelados africanos hayan optado finalmente por hablar sin pelos en la lengua, utilizando un lenguaje que la misma BBC calificó de “inusualmente fuerte”.

Porque decir que la causa de que “muchos en nuestro pueblo se debatan en medio de la pobreza y la miseria, de guerras y conflictos, entre crisis y caos (…) se debe a la trágica complicidad criminal entre responsables locales e intereses extranjeros” (n. 5) es hablar claro y alto. Como lo es proclamar: “A los grandes poderes de este mundo les dirigimos una súplica: tratad a África con respeto. África, desde hace tiempo reclama un cambio en el orden económico mundial en cuanto a las estructuras injustas acumuladas que pesan sobre ella (…). Muchos de los conflictos, guerras y pobreza de África derivan principalmente de estas estructuras injustas” (n. 32). Según los padres sinodales, “las compañías multinacionales tienen que detener la devastación criminal del ambiente para su codiciosa explotación de los recursos natura- les. Es una política miope la de fomentar guerras para obtener unos beneficios rápidos del caos, a costa de vidas humanas y de sangre” (n. 33).

La profecía de la Iglesia africana suena alto, pero sin estridencias, y su profetismo cuida de no traspasar límites que pondrían en peligro la comunión. Por eso, su mensaje reconoce que hay aspectos esperanzadores: “África no debe desesperarse. Las bendiciones de Dios todavía son abundantes y esperan ser aprovechadas. Donde las condiciones son justas, sus hijos han demostrado que han alcanzado el más alto grado de compromiso humano y competencia. Existen muchas noticias positivas  en diversas partes de África. Pero los medios de comunicación prefieren, con frecuencia, las malas noticias y parecen concentrarse sólo en nuestras desgracias y defectos, y no en los esfuerzos que estamos realizando. Hay naciones que han salido de largos años de guerra y caminan poco a poco por senderos de paz y prosperidad” (n. 6).

Es en África donde crecen más el número de católicos y las vocaciones. El mensaje tiene también una palabra para los miembros de las Iglesias africanas, haciendo hincapié en que hay que empezar por dar buen ejemplo y “ser ella misma instrumento de paz y reconciliación (…) Y será capaz de realizar esto en la medida en que ella misma esté reconciliada” (n. 8). Muy significativa es la manera en que ‘leen la cartilla’ a los políticos que se dicen católicos pero que se comportan como dictadores: “El Sínodo invita a estas personas a que se arrepientan o a que dejen el escenario público y que así dejen de perjudicar al pueblo y de crearle mala fama a la Iglesia Católica” (n. 23).

Espero que ahora que esos obispos han vuelto a sus países den a conocer el mensaje en sus diócesis y lo lleven a la práctica. Si así lo hacen, muchos dictadores y explotadores se molestarán. Sería la mejor señal de que los padres sinodales han acertado de lleno.

jcrsoto@vidanueva.es

En el nº 2.681 de Vida Nueva.


Noticia relacionada:

Compartir